domingo, 11 de febrero de 2007

SIEMPRE ES CARNAVAL


Pronto terminarán oficialmente en toda España los carnavales, con justa y merecida fama en lugares como Tenerife o Cádiz, pero creo que esa expresión tan conocida con que se encabeza este artículo tiene un trasfondo muy cierto. El carnaval no termina nunca.Estaba recordando ahora un post que leí bastante tiempo atrás en una bitácora cuyo nombre no consigo recordar en estos instantes. Hablaba de las caretas que solemos colocarnos para jugar nuestro rol en la vida, quizás para protegernos de los golpes, hasta que llega un momento en que ya no sabemos qué rostro hay exactamente detrás de esos antifaces. Si es que hay alguno...

Lo primero que la inmensa mayoría se viste en cuanto se levanta es una máscara, para participar en este baile de máscaras que es la vida en sí misma. Abres el ropero y eliges la que toca según la ocasión. Y no es cuestión de hipocresía, sino de educación y de necesidad. Todo son condicionamientos impuestos por la buena educación, el saber estar, lo políticamente correcto, la necesidad de vivir en sociedad sin devorar ni ser devorados, de sobrevivir a veces en un mundo de tiburones donde si no das la impresión de que te los puedes comer a todos te comen a ti, y tienes que enseñar los dientes, aunque sean postizos (pero por Dios, que no se note, o estás perdido)...

En el caso de que quisiéramos dejar de usar esa colección de máscaras que guardamos en el armario, ¿ encontraríamos en nosotros mismos rostro genuino que mostrar...? Y al hilo de la afirmación tajante y convencida de un amigo mío que mantiene que la utopía puede adquirir para muchas personas una corporeidad aún más consistente que la propia realidad, pienso si no será en esa Avalon particular que todos tenemos, ese mundo de ilusiones, sueños y fantasías en que nos refugiamos cuando llueve negro ahí afuera, donde únicamente tengamos un rostro propio.

La utopía quizás se aloje en un mundo más tangible que el que consideramos "de verdad", porque en aquel no existen las trabas y barreras que encontramos en el que habitamos, en el de carne y hueso. El mundo real decide por nosotros, nos esclaviza, pero en ese universo onírico somos nosotros quienes decidimos, somos los dueños de nuestro destino. La verdadera libertad quizás solo se halle en nuestros sueños, solo ahí somos nosotros mismos, sin las caretas tras las que nos obliga a escondernos la sociedad, sin los miedos y las limitaciones que nos crea... ¿Qué es más de verdad, el mundo real o el mundo de la mente, donde damos rienda suelta a lo que de verdad somos, sin tapujos, donde no usamos disfraces porque solo nos contemplamos nosotros mismos, donde dejamos escapar tantas ilusiones y deseos como mantenemos ocultos, asfixiados en la cárcel de lo cotidiano, de lo sensato, de lo convencional, de lo políticamente correcto...?



AVALON

6 comentarios:

umla2001 dijo...

Felicidades, por no dar respuestas fáciles, ni caer en radicalismos utópicos, en esta entrada.

Ir a cara descubierta por el mundo puede llegar a ser muy difícil. Pero el mayor riesgo, sin duda, es atreverse a soñar. Nunca podemos estar seguros de lo que vamos a encontrar en nuestros sueños.

Os iré leyendo.

Calle Quimera dijo...

Es muy difícil ir a cara descubierta, como dices; nunca faltan los peces grandes dispuestos a comerse a los pequeños.

El riesgo de soñar, a mi entender, está en no saber establecer el límite, en aferrarnos excesivamente a lo que forjamos en esa Avalon particular que todos tenemos y no ser capaces después de afrontar la realidad que nos espera en el mundo de ladrillo. Sí que es cierto que no podemos estar seguros de lo que encontraremos en nuestros sueños, pero..¿quién se resiste a forjarlos..?

Un saludo.

Srta. Experimental dijo...

Una recomendación:
Un viejo artículo titulado "El mundo todo es máscaras, todo el año es carnaval". Su autor, Larra.

Calle Quimera dijo...

Hace mucho tiempo que no leo a Larra, padre del periodismo moderno, pero seguiré el consejo y lo releeré. Será un placer hacerlo. Es curiosa la vigencia que tienen aún muchos de sus artículos,como "Vuelva usted mañana", en el que criticaba la lentitud e ineficacia de la burocracia.. Curiosa y desgraciada.

Por cierto, no puedo acceder a tu blog. Problemas con el perfil..Si no te importa déjanos tu URL, por favor.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Sin duda, desde que tomamos conciencia, nos pasamos la vida quitandonos los viejos y poniendonos otros nuevos dizfraces, nunca sabemos cuanto de cerca estamos de lo genuino, es tan desconocido que aunque lo encontraramos, pensariamos que es otro disfraz más.

Saludos.

Calle Quimera dijo...

Es la forma en que nos han enseñado a sobrevivir, Simkin, refugiándonos tras la máscara que toca en cada momento. A fuerza de poner una detrás de otra seguramente se acaban desdibujando los rasgos originales con el roce y con los años.Y llevas mucha razón: quizás si lográsemos encontrar el rostro genuino terminaríamos pensando, por la fuerza de la costumbre, que es una disfraz más.

De todas formas pienso que hay quien es capaz de mantener a lo largo de toda su vida sus verdaderas facciones, como el niño de la ilustración de este post. Pero..qué trabajo cuesta...

Un saludo.