domingo, 4 de febrero de 2007

FANTASMAS


“¿Quién que es no es romántico?”, decía Víctor Hugo... ¿Quién que es no cuenta con fantasmas dentro de su armario? Quevedo, con ese pesimismo y esa visión desesperanzada propia de su siglo, hablaba de la vida como de "presentes sucesiones de difuntos" aludiendo a las diferentes etapas de que se compone y que se van quemando una tras otra. Algunos de esos difuntos quedan bien enterrados, pero otros se resisten a descansar en paz, y se nos van almacenando los espectros.

Antiguos unos, recientes otros, pero a todos los conocemos bien. Somos los alfareros de nuestros propios fantasmas, a los que modelamos como a pellas de barro, les insuflamos aliento vital y los alimentamos con nuestro dolor, o nuestros miedos, o nuestras inseguridades... Son nuestro propio fruto, consciente o inconsciente, pero nuestro. Los conocemos. Por eso podemos despojarlos de la incorpórea y nebulosa evanescencia en que se amparan para colarse por cada intersticio del alma y del pensamiento. Por eso somos capaces de darles corporeidad y mirarles a los ojos. Por ello debemos encararlos frente a frente, para reconocerlos, asumirlos e integrarlos en nuestro consciente, hacerlos reales y comprenderlos. Sólo así se irán difuminando, y la noche volverá a ser un remanso de paz para el sueño o un rincón de quietud para la serenidad de un momento de insomnio.


AVALON

4 comentarios:

Trasto dijo...

Me gusta como asumen fantasmas tus palabras.
Eliminar fantasmas sería algo así como podar un árbol para que retoñe en primavera.
Pero algunos fantasmas deben quedarse con nosotros... los que nos dan paz, los que nos gusta recordar, los que reconfortan el alma cuando los sientes cerca.

Un abrazo

PD: Me pregunto, después de escribir esto, si es demasaido egosita no querer renunciar a ciertos fantasmas... si, supongo que sí.
Releeré tu post y pensaré un poco más en ello.

Calle Quimera dijo...

Hay fantasmas y fantasmas.. Unos que te dan vida y otros que te la quitan; para que ese árbol florezca en primavera hay que podar, no hay más remedio.

Yo también he pensado en tus palabras... No, no creo que sea egoísta quedarse con algunos de esos fantasmas. Todo lo que traiga paz y serenidad al espíritu es deseable. Además, solo son fantasmas, no pueden hacer más que bien o daño a una misma, a la dueña del armario donde se guarecen. No creo que sea egoísta quedarse con los que benefician.De todas formas, la discusión sigue abierta. :-)

Un saludo.

Ashbless dijo...

Muy bien dicho!


Asumir los fantasmas, aceptarse y aceptar el pasado es necesario para poder aceptar el presente.

Y poder alcanzar el futuro.

Lo único es el miedo, y que los primeros en creer en los fantasmas, despues de los propios fantasmas, somos nosotros mismos...

Calle Quimera dijo...

Los fantasmas hay que creerlos porque están ahí, forman parte de nuestro pasado. Por supuesto que producen miedo, desazón... Pero hay que enfrentarse a ellos, mirarlos fijamente a la cara, porque entonces es cuando nos damos cuenta de que solo son seres incorpóreos, sombras en blanco y negro de un tiempo ido. Encarar el pasado es la única forma de dejar limpio el camino del presente.

Gracias por tu visita. Un saludo.