jueves, 18 de diciembre de 2008

LAS OTRAS CARAS DE LA NAVIDAD



Es la Navidad
De los niños pobres.
Agujeros en las mangas,
Mugre entre los dedos,
Hambre de animal herido,
Festejan el nacimiento.
No hay globos
Ni regalos.
Una hoguera
De cuatro leños mojados
Calienta sin ganas
La navidad de los niños
Pobres.
No muy lejos,
Las risas y los juegos
Alumbran el pesebre.
Nadie pregunta
Cómo son los niños
Pobres.
No gusta
Que les muestren
Sus miserias.
Prefieren,
En la misa de
Medianoche,
Iluminar el sagrario
Con velas de colores.

Fernando Giucich (De su poemario: Clara)


Las viejas maderas crepitan junto a los cartones ardiendo. La noche es fría, y allá en el limpio cielo las estrellas titilan, componiendo un mágico decorado.

Manos con guantes rotos dejan ver unos pequeños dedos que se extienden acercándose a la fogata, buscando el calor. En los bolsillos, un trozo de pan mordisqueado, con olor al queso, que hace tiempo desapareció.

Se oyen canciones que rompen el silencio de la noche, y la curiosidad infantil le hace ir en pos del lugar donde suenan.

En aquella vieja calle hay una luz encendida que sale de un escaparate. Junta su nariz al frío cristal, que se humedece con el vaho de su boquita, y contempla maravillado todo lo que en sus sueños cada noche imagina poseer.

Malena





Bajarás la calle con los pies helados
Llevando en tus manos el trozo de pan
Y en la plaza vieja del árbol de fuego
El cielo y los sueños
Te harán capitán
De un barco velero con alas de seda
Repleto de cuentos donde navegar
Siguiendo la estela de la luna blanca
Lograrás el puerto
Es
La Navidad.




El Viento en la Isla.



Alguien mira sonriente al niño, sentado en el cuerno blanco de la luna.

Durante un buen rato ha estado soplando suavemente, para que el aire llevase al pequeño sus palabras disfrazadas en los copos de nieve que caen, en las notas musicales de las risas y en el pentagrama de las canciones que resuenan por la calle.

El chicuelo no sabe por qué, pero mientras encamina sus pasos a la plaza vieja lleva grabada en su retina la imagen de un barco velero que vio en el escaparate, casi oculto entre mil juguetes. Sus ojos se abren con infinito asombro al ver junto al árbol de fuego un enorme barco, réplica perfecta del otro.

El hombre de la luna sopla de nuevo y la nave se eleva, una vez el niño a bordo, surcando aires y nubes, alto, alto, cada vez más alto. La cola de un cometa estrellado aparece repentinamente ante la proa, y por ella desciende la nave hasta aterrizar frente a un humilde pesebre.

Sobre una sabanita, entre pajas, duerme un bebé al cuidado amoroso de sus padres, de un buey y una mula que con su aliento, intentan defender el cuerpecito infantil del frío intenso. La temperatura es muy baja, no hay juguetes, ni globos, ni velas de colores, ni el bebé ni sus padres visten ropas bonitas y abrigadas, pero los labios del niñito dormido se curvan en la más bella sonrisa que nadie haya visto, y la de sus padres, al contemplarlo, no lo es menos.

El barco comienza a balancearse, y el pequeño se apresura a subir. De regreso, en la plaza del árbol de fuego, corre apresurado hacia el escaparate. Su vista escudriña cada uno de los mil juguetes que se muestran ante él, pero… por ningún lado ve lo que busca: una sonrisa. No hay ninguna en la tienda. De repente repara en el reflejo de su propio rostro en el cristal, y es entonces cuando advierte que sus labios dibujan una sonrisa, y que era tan bonita como la de aquel bebé.

Por alguna razón cuando el pequeño se alejaba del escaparate el frío era menos intenso en la noche.

Avalon y Etinarcadia (Calle Quimera)




Por las frías avenidas van caminando, pero no les preguntes ni de dónde vienen ni a donde van.
Caminan por sobrevivir. Mientras caminan, saben que están vivos. Sus pasos les llevan, y un instinto casi animal les hace buscar cobijo.

Una chabola destartalada les llama la atención. Dentro hay luz y cuando llegan a la puerta del chamizo se les ensancha la sonrisa. La luz proviene de una hoguera encendida, y en torno a ella, niños y adultos extienden las manos. No es necesario insistir, dónde caben cinco caben siete y todos se apretujan un poco más, que de cuerpo con cuerpo nace el calor.

Las trémulas llamas ponen en sus mejillas color, mientras sus ojos brillan con un oscuro calor.
Atraviesan con su mirada las llamas y descubren el silencio que impera allá. Una mujer muy joven y tímida mece en sus brazos a un rorro mientras los demás le acunan con su silencio a su alrededor.Lo envuelve en una raída toquilla, y cerca del fuego lo deposita en un amplio cesto de mimbre.

Es Navidad.

Federico (Quizá soñar)



Sigue la noche, el frío arreció y las estrellas juegan con el crepitar de las maderas, pero alrededor de la hoguera no hay nadie ya.

El barco no vuela atravesando el cielo, los niños de la calle continúan en aquella chabola dando su calor al bebé que nació y que duerme tranquilamente en los brazos de su madre, que lo mira con amor. Calor junto a calor. El padre saca de su vieja mochila, embutidos y pan, que comparten con ilusión.

Las barrigas agradecidas hacen que los ojos se vayan lentamente cerrando. Cuerpos contra cuerpos dan siempre calor. En sus mentes hay barcos que cruzan el espacio. Jóvenes capitanes que los tripulan por un camino cuajado de estrellas.

Sonrisas inocentes en sus labios y corazones llenos de emoción. No hay luces en sus árboles, ni bolas de colores, ni espumillón.

Sólo una vida por delante y un futuro en el que creen que serán capitanes de veleros, y lo conseguirán, y nosotros lucharemos para que algún día puedan decir a sus hijos con un barco de juguete en las manos:

- “Uno de éstos, en una fría noche de diciembre, tripulé yo”.

- “Hijo mío: ¡Feliz Navidad!”

Malena (El Tintero de China)

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Fernando Giucich, Elsa (El Viento en la Isla), Avalon y Etinarcadia(Calle Quimera), Federico (Quizá Soñar) y yo, Malena (El Tintero de China), con nuestras manos unidas a pesar de las distancias, os abrazamos con calidez y os deseamos una Feliz Navidad, con todo nuestro corazón.

martes, 9 de diciembre de 2008

CÍRCULO CERRADO



Ves difusos los contornos de tu vida,
tan difusos que ni siquiera se perfilan
vagamente los de mañana por la tarde.
Ya no haces planes. Tantas veces sueños traicionados...
Recoges la última hilacha de ti misma,
que malcolgaba del ajado y triste perchero,
y la metes en la maleta.
En tu bolsillo, un pasaje al paraíso: a Tahití. Como Gauguin...
Dejarlo todo e irse. Quemar tu última bengala.
Escapar del caos, del marasmo que te asfixia,
del nicho de tu soledad,
en busca de algo a lo que llamar vida.
Hay en aquellos que se van una huida de sí mismos,
pero los fantasmas de la memoria,
aquellos que nunca llegaron al cementerio del olvido,
viajan confortables en el equipaje.
Lo fundamental persiste. Nada cambia.
El paisaje viste, pero no nos viste de nada que no fuéramos.
Lo esencial permanece. Lo mismo en Tahití que en París...
Huyes de ti en alocada y ciega carrera hacia ti misma,
sin entender que somos círculos cerrados,
sin escapatoria. Condenados a nosotros mismos.


Hay quien se va para descubrir y descubrirse, y quien lo hace para huir de sí mismo, olvidando que esto no suele servir para mucho, que en la maleta se nos cuelan lo recuerdos, los miedos, todo cuanto nos atormenta y que pensamos poder dejar atrás al cambiar de paisaje. La geografía de nuestro interior no cambia, sigue siendo la misma por muy lejos que nos vayamos.

Viajar en pos de uno, nunca huir de uno...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL VUELO DEL ÁGUILA




Un pez en busca de un río, un alumno sin guru… Así se define Ashbless en su perfil y así es él, alguien que busca, como todos, su sitio en el mundo y aprender lo necesario para hallar ese sitio. El camino nunca es recto, ni llano, hay multitud de trochas y revueltas por donde perderse hasta volver a encontrar de nuevo el rumbo; aprender de forma autodidacta siempre es duro, pero es la única forma. La introspección no es siempre el método infalible para disipar incertidumbres, para espigar de entre aciertos y errores aquello en que realmente acertamos y fallamos para que nos sirva de brújula, pero Ashbless persiste en el empeño, en su aprendizaje, en su buceo interior para hallar la dirección correcta, alguna lucecita que la ilumine de vez en cuando. Como esta, “El vuelo del águila”.
Gracias, compañero y amigo, por permitir que tu águila volase hoy por esta calle.


Otra vez asomo en este blog, como el Guadiana, como el buceador que respira entre zambullidas.

El día a día es un viaje. El camino, tan claro o difícil como escojamos. Y aunque atravesemos los más profundos valles, nos sorprende a veces encontrarnos tan altos como el nido de un águila.

Son momentos de claridad, de lucidez, en que nos podemos orientar y redirigir nuestros pasos. Y así evitar los pantanos y precipicios que ya empezabamos a considerar nuestras mejores opciones. Tras cada uno de estos destellos de luz, intentar traducirlos a palabras es perderlos como arena en el río. Queda apenas una huella, la esperanza de que otra cosa es posible.

Es tan posible forzar esta sensación como acelerar un vagón de metro empujando la pared frontal del compartimento. Solo podemos hacer lo contrario, darnos un respiro, disolver las certezas o temores cotidianos, y así abrirnos a otra realidad además de la inmediata.

En nosotros, en todos nosotros, niños, viejos, valientes y derrotados, existe una extraordinaria capacidad para comprender el mundo, para extraer conclusiones propias, libres de los filtros muertos de los medios de comunicación y las mezquindades cotidianas. Para desnudarnos por un instante de ideas y temores. Para mantener los ojos abiertos cuando la vida nos enfrenta al vértigo de la altura. Cuando somos por un instante águilas.

Ya sea en la parada del bus, el duelo por una pérdida, el vacío del éxito o la derrota, tus ojos pueden abrirse, en lugar de permanecer cerrados, atados a los objetos más cercanos. No temas al vértigo, no te matará, solo te mostrará lo que no imaginaste, lo que es también cierto.

Que siempre hemos sido águilas.

ASHBLESS (http://laultimapartida.blogspot.com/)

lunes, 1 de diciembre de 2008

COMPAÑERA




Abrázame, solo te pido eso, tu piel en la mía, en mí. No me dejes solo, tengo miedo de Ella y la puerta está abierta.

Tiene la llave, la tiene hace mucho tiempo, desde que empecé a mirar la primera estrella, y no sé por qué, pero jamás se atrevió a utilizarla. Cuando quiso entrar cometió el error de llamar antes, y ahora le hablo cara a cara. Se ha convertido en la compañera de la mayoría de mis sueños, me dice que también está enamorada y grita al viento por vivir. Conoce toda la verdad y todavía tiene dudas, no sabe quién es. O no quiere saberlo. A veces, sentados ante una mesa, vaciando botella tras botella de vino conmigo, ríe, ríe, ríe, ríe sin risa... Se desprende de la máscara tras la que se me muestra para revelarme su rostro, su alma, pero bajo esa solo hay otra máscara, y otra, y otra... Y con ninguna de ellas puede evitar del todo que se trasluzca el hueso bruñido, las cuencas vacías de sus ojos, mientras no para de reír y de decirme que me necesita para vivir.

Yo tampoco sé quién soy, Quijote o Sancho, héroe o villano, tampoco sé cuántas máscaras llevo. Pero poco importa quién seas cuando ella te mira a los ojos, te besa, te abraza y te lo dice en tono lapidario............se acabó.

Abrázame fuerte, solo te pido eso, tu piel en la mía. No me dejes solo, tengo miedo de Ella y de mí, y la puerta está abierta. No sé cuántas máscaras llevo, ni si bajo la última solo hay hueso bruñido, las cuencas vacías de mis ojos. No dejes que entre esta vez.

ETINARCADIA

martes, 25 de noviembre de 2008

ENTRE LA NOCHE Y LA NADA



Algo murmuran las olas mansamente a la orilla,
y mece las palmeras el silencio negro
de la noche dormida, que exhala un vago olor a soledad.
Bañada en luna, sola sobre la arena, te pienso,
pienso tu mirada azul, las margaritas que me regalaste,
el calor de la amistad que me prestaste y que ahora reclamas,
pidiéndome que tienda un manto de olvido
sobre tu pálida ausencia.
Tengo tus recuerdos- recuerdos en carne viva -
en las manos, y he de tirarlos, querrías, como piedras al mar...
¿Cómo hacerlo sin desaparecer con ellos
entre la espuma escarchada de las olas ?
Se irán apagando las estrellas una y otra vez,
una luna, desvelada, seguirá a otra,
pero sabe que el vaho del tiempo
continuará dejando escrito tu nombre en los cristales,
mientras yo permanezco sentada en la playa,
bajo las palmeras, vestida de sombras,
fundiéndome con el mar, eternamente estatua.
Entre la noche y la nada, tú...

domingo, 23 de noviembre de 2008

UN AÑO MÁS


Cada año estarán aquí estas rosas de Siria, en tu calle, para que vengas a hablarles y a acariciarlas, con el alma cada vez más serena. Cada mediados de noviembre florecerán para ti en el rinconcito más cálido, te esperan. Huelen a cariño...

AVALON Y ETINARCADIA

lunes, 17 de noviembre de 2008

EN EL ÁNGULO MUERTO. LAPIDO I NOUS


Estoy en el ángulo muerto,
es el sitio perfecto,
nadie me ve .

Estoy fuera de juego,
batiéndome en duelo
lo mismo que ayer,
a solas con mis recuerdos,
los falsos y los verdaderos,
si no me ladraran los perros
creería que sueño,

nadie me ve.

Estoy en ninguna parte,
rozando el desastre,
sin nada que hacer.
Estoy flotando en el aire,
supongo que sabes
que abajo no hay red.

Sentado a la diestra del Padre,
esperando la luna de Cáncer,
o haciendo de la duda un arte
planteándome en serio volver a nacer

nadie me ve

En el angulo muerto
nadie me ve,
por el retrovisor
nadie me ve,
no es el sitio perfecto,
sé que no hay nada que hacer.

Cerraron el limbo y se fueron,
no vieron que yo estaba dentro,
pidiéndole al camarero
los sacramentos y algo de beber.

Nadie me ve

JOSÉ IGNACIO LAPIDO


No estabas solo en el limbo, allí también estaba yo, en otra esquina, en otro ángulo muerto, tan muerto como el tuyo. Ni siquiera tú mismo, que estabas en el otro rincón, me veías... También yo piso en vano, sobre el vacío, sobre el vértigo del duermevela entre sueño y realidad en que floto. También yo estoy fuera de juego, y ya es tarde... Quizás llega un momento en que es tarde para algo, o para todo, pero nunca lo es para comprar recuerdos. Recuerdos de lo que nunca viví. Compro recuerdos, recuerdos de recuerdos que fueran míos...

Recuerdo que mi sombra y yo saltamos el muro mientras los perros ladraban a la luna de Cáncer. Al fin al otro lado... Al fin me ladraban los perros... Y allí estabas tú esperándome, la única que me ve, esperando tranquila, sabiendo de alguna manera que yo terminaría por llegar algún día.

La música que sale del local de copas que hay enfrente, vestida con brillantes galas de jefe de pista de circo, tiende su mano, sonríe e invita a traspasar una puerta que se abre sola lentamente. Humo, murmullos de mil conversaciones y risas apagadas nos reciben. Unos pasos, y casi tropezamos con unos trapecistas fracasados, sin trapecios, que ya solo se columpian sin red sobre la vida. Algo más allá, unos payasos que vendieron su sonrisa intentan ahora, frente a un espejo, pintar una de mentira en sus rostros con lápices de cera roja para poder continuar la función. Ocupan la zona de baile uniformes fascistas, que bailan al ritmo del Ave María de Schubert. En la barra unos droides beben, lágrimas de aceite corriendo por sus rostros, para olvidar que jamás serán humanos. A su lado, humanos beben, lágrimas saladas corriendo por sus rostros, para olvidar que son humanos, y no droides sin corazón .

Un tabernero borracho nos ofrece un licor que dice que aleja el dolor, mientras en su mano derecha empuña un arma que nos apunta a la cabeza. Un mago saca sueños y respuestas de su chistera, los vende a dos euros. Sentado frente a una mesa, esquivando las balas de alcohol, nos hace señas un viejo pirata para que tomemos asiento junto a él. Nos promete un ajado mapa a cambio de una copa de ron, pero nos avisa del peligro que podría acecharnos al seguir su recorrido. Ese mapa conduce fuera del mundo real... Un capitán cojo arrastra una silla, se sienta en nuestra misma mesa y, clavando en nosotros unos ojos ansiosos, nos asegura pasaje en su barco de papel para cruzar los ríos y mares señalados en ese viejo mapa. Nos miramos, sonreímos y pedimos una botella de ron para la mesa.

En la mesa de al lado, la cabra de la legión bebe Bourbon con Etinarcadia. Desde la barra los observa una princesa mora; la mirada lánguida de su eunuco, al lado de ella, va alternativamente de los profundos ojos azules de Etinarcadia a la cabra, sin saber por cuál de los dos decidirse. Y junto al eunuco, un burro blanco mira sin disimulos al boss de Quimera con ojitos de carnero degollado.

Flotan en el ambiente el humo de unas cuantas velas encendidas entre otras apagadas, la tela de banderas en blanco que sueñan en negro, las córneas blancas de negros vestidos de blanco, y el son de guitarras que nadie ve y todos oyen. Un desfile de absurdos y realidades ... Y en una esquina, Lapido cantando poesía, haciéndonos canción a cuantos estamos en el local.

Existe una tierra de nadie en que resulta difícil distinguir los recuerdos propios, los prestados, los sueños y los miedos. Y ese es mi ángulo vivo.



ETINARCADIA (sobre todo él, él...¿eh?) Y AVALON

lunes, 10 de noviembre de 2008

INTERIORES





El día está desapacible; sopla un viento cortante y helador que se clava en la cara como minúsculos cristalillos, y el cielo, enjalbegado en un blanco agrisado, parece confundirse allá en el horizonte con la tierra, tapizada totalmente de una nieve que hoy parece sucia, tan gris como el día. Montañas altísimas nos rodean, sus laderas semejan estar cortadas a pico. Carecen totalmente de vegetación, ¿te has fijado? Resultan incluso amenazantes, elevándose hasta el cielo tan áridas, tan desnudas, tan grises, tan abruptas... Apuntan hacia él como pechos erectos de mujer seca, yerma, desabrida. Los escasos árboles que puntean el terreno en que nos hallamos visten una corteza tan oscura que casi parece negra, y sus ramas, peladas y retorcidas, subrayadas en blanco por la nieve, se contorsionan en formas caprichosas, imposibles. Lo único que rompe este paisaje pintado en gris, casi monocromo, son esos cuervos negros de brillante plumaje que picotean en el suelo y que emiten sus desafinados graznidos intermitentemente.

El sol empieza a asomar tímidamente tras ese jirón que ves en el algodonoso manto blanquigris que cubre el cielo. Pronto éste lucirá un color azul brillante, límpido, precioso, pero gélido, hiriente. El frío se hará más intenso. Algo más allá hay un refugio de montaña muy confortable; ya lo tengo acondicionado para cuando lleguemos. ¿Ves?, está ahí, frente a nosotros. Es esa casita hecha de troncos.

El saloncito es más bien pequeño, y muy cálido; la chimenea está encendida y los troncos chisporrotean y crepitan su conversación, que arropará a la nuestra. Entre esos leños bailotean unas llamas rojas, amarillas; míralas qué alegres... ¿Hueles el humillo?

Frente a la chimenea hay dos sofás pequeños y de asiento más bien duro, como a mí me gustan, tapizados con una alegre cretona inglesa de colores rojizos, ocres, verdes, mostazas, azules... Siempre colores tostados, que recuerdan el ropaje con que el otoño viste los campos. Un sofá frente a otro. Y haciendo U con ellos, frente por frente a la chimenea, un sillón cómodo, no grande, pero sí muy confortable.

Descansando sobre una alfombra no demasiado gruesa, pero cómoda para sentarse sobre ella (me encanta hacerlo en el suelo), hay una mesita de cristal y madera. Pocos muebles, pero sencillos. Uno con muchas estanterías llenas de libros y un hueco para una minicadena, donde suena música suavita, que acunará nuestra conversación.

Es el sitio donde hoy bajaremos la guardia, donde nos sentaremos, a veces en los sofás, uno frente a otro para vernos bien las caras, las mangas remangadas, relajados. En ocasiones será la alfombra la que nos acoja; nos tumbaremos sobre ella a charlar, frente a la chimenea, con las llamas danzando y dibujando caprichosas luces y sombras sobre nuestros rostros.

¿Te apetece un café para calentarnos un poquito? Enseguida lo preparo, siéntate.

Ya casi está.

¿Te gusta el chocolate? Traje bombones de esos pequeños, cuadraditos, para acompañar el café, toma... Mira, el vaho ha plateado las ventanas, y la cafetera nos interrumpe con su resoplar. En su interior, el líquido retinto hierve a borbotones. Lo aparto del fuego con un alarido. ¡Jolín, casi me quemo...! Te sirvo. Me gusta mirarte a los ojos, que mantienes entrecerrados concentrando todos tus sentidos en el aroma que desprende la cafetera. ¡Huele tan bien…! A hogar, a tranquilidad, a confianza, a serenidad. Estiras las mangas de tu holgado jersey y mueves tus dedos para sensibilizarlos. Deja que algo vivo como el café te haga entrar en calor, y olvida la naturaleza muerta de la lana. El chorro vivo, desafiante, salpica anárquico y mancha el mantel mientras lo sirvo. Tiño tu taza hasta que haces un gesto con la mano para que me detenga. Contemplas absorto el magma fluido en ebullición. ¿En qué piensas...? Te llevas el café a la boca, le das un beso fugaz y el sorbo te quema por dentro. Estupidez mía con signo de interrogación: “¿Está caliente?”

“Ven, pruébalo”, me contestas.

A través de la manga de tu jersey sólo sobresalen las falanges de tus dedos, sujetando la taza que acercas a mis labios. Un mechón de mi pelo, caprichoso, quería saciarse en ella. Sí que estaba caliente...

Vente al sofá. He puesto música, temas suavitos de Clapton para que sirvan de telón de fondo a nuestra conversación, pero sin estorbarla. Fuera sopla un viento airado, casi furioso; la nieve cae ahora en copos densos, pesados. Un débil rayo del sol que salió hace un rato pero que ya declina reverbera en ella feblemente, y el frío casi adquiere corporeidad, pero aquí dentro no lo notamos. La salita está tan cálida... Invita a charlar, a liberar el alma de lo que la oprime. Me vas a permitir que apoye la cabeza sobre uno de tus hombros tumbada en el sofá. Ya sabes que soy vaga, y es mi posición favorita. Además, así nuestras miradas no se cruzarán todo el tiempo, y podremos hablar más libremente. ¿Me dejarás que, mientras, mis manos jugueteen con los extremos de tu bufanda? Soy muy nerviosa, lo sabes, y no soporto estar sin hacer nada.

Todo está tan tranquilo... La tarde va declinando lentamente, dejando paso a la noche, la nieve nos rodea, no hay un alma en kilómetros de distancia. Ni casas, ni coches, ni relojes... Las llamas danzan y crepitan alegremente en la chimenea, las piñas que se tuestan entre los leños perfuman el ambiente, la música suena suavemente para nosotros, muy bajito. El combinado de coca cola que acabo de servir calienta nuestra garganta, y el humo del cigarrillo que fumamos despacio, disfrutándolo, nos envuelve trazando con lentitud, voluptuosamente, formas caprichosas, casi sensuales. No cuesta trabajo hablar, todo invita a ello. Las horas transcurren lentas, pero apenas nos percatamos de que los minutos se van deslizando como furtivos entre las sombras. Clapton sigue cantando solo para nosotros. De tu boca van surgiendo casi sin darte cuenta palabras que nunca oíste, que no sabías que existían, pero que estaban dentro de ti y que van dando forma a todo eso que te atormenta hace tanto tiempo, y lo sacan de tu interior. Continúa hablando… Luego, si quieres, bailaremos.


lunes, 3 de noviembre de 2008

CUARTO DE TRASTOS


Siete años son muy pocos para ocupar el trono del mundo, pero así ocurre cuando te sientas en el sillón desvencijado del cuarto de trastos, un sillón de piel verde botella, cuarteada y triste. Un sillón tan grande y tan alto que, a pesar de tener una pata rota que lo hace inclinarse tanto como los muchos años que acumula su viejo esqueleto de madera, hay que realizar verdaderos esfuerzos para poder encaramarse a su asiento, sobre todo cuando tienes un cuerpo pequeño y menudo. Sobre todo cuando esa personilla tiene que ver el mundo a través de los ojos y el corazón de un adulto.

El cuarto de trastos no es la sala oscura de un cine, no existe una pantalla en la que evolucione la vida captada en imágenes y voces, es algo mucho mejor. Es el lugar donde se pueden vivir todas las vidas conocidas a los 7 años. Es el mundo, todo el mundo, el único deseable. Y es posible porque lo construye quien se sienta en su trono roto cuando proyecta su propia cosmovisión onírica en los viejos e inútiles cachivaches que le rodean, y de repente estos toman vida, con la voz y las imágenes fraguados por quien habita ese cuarto. El libro de cuentos cae de las manitas infantiles, y, de pie, sobre el asiento que ya no es asiento sino drakkar vikingo, capitanea la princesa Sigrid de Thule, la eterna novia del capitán Trueno. Y la preciosa botella de cerámica de Curaçao a medio consumir que reposa, junto con otras bebidas espirituosas en el botellero del cuarto de trastos, es ahora una botella de ron. Y el viejo y tuerto pato de peluche despeluchado el loro que la princesa posa sobre su hombro.

El drakkar se encamina al único Edén que nos queda sobre la tierra: a los mares del Sur, limitados en los cuatro puntos cardinales por las paredes del cuarto de trastos. Y toca tierra en una de sus islas, donde la princesa se quedará a vivir hasta que el ángel empuñe su espada flamígera, pasada ya la edad de ser princesa, y la expulse de su paraíso.

Pero sigue habiendo islas en los mares del Sur... Islas como esta:



Y la princesa que ya no tiene edad de serlo se queda a vivir en la música, entre los acordes de las guitarras, en su vientre de madera, con los dedos enredados en sus cuerdas. En los ojos azules del uno, entre sus rizos rubios y ensortijados, y en los oscuros ojos aquilinos del otro, entre los largos cabellos castaños. En la voz desabrida del primero, en la dulcemente endeblita del segundo, a la que ella une la suya, así mismo delgada y dulce. En sus sonrisas y miradas de complicidad.

Pero la vida es como este corte del Concierto de Bangladesh: al igual que en algún que otro instante ocurre con las voces de ambos cantantes, su voz y la del Edén no sincronizan bien. Y al final termina por llegar el ángel de la espada flamígera y arrojar de ojos, cabellos, voz y guitarra a la princesa que ya no lo era.

No importa, hay más islas en los mares del Sur, y tú las vas recorriendo todas, una por una. Solo que cada vez van quedando menos por habitar, y llega un momento en que ya no se espera la llegada del ángel que te expulsará de ella, se va una sola de la isla. Hasta que no quedan más...

Y mientras, la vida y su condena, el pecado y la penitencia siguen transcurriendo fuera del cuarto de trastos, que a veces continúa limitando a norte, sur, este y oeste con los mares del Sur, aunque sea sin islas. Y a veces se convierte en una de esas cajas cuánticas donde nunca se sabe si el gato está vivo o muerto hasta que no la abres. Fuera y dentro del cuarto de trastos a veces reconoces nombres, el de otros, el propio, y descubres que algunos de esos nombres son también como una condena. O no llegas a reconocerlos jamás, ni siquiera el tuyo. Mientras las palomas blancas siguen jugando en su nido, ajenas a pecados y penitencias, a cajas cuánticas, incluso a la agonía de los mares de Sur.


AVALON

lunes, 27 de octubre de 2008

UNIVERSO


Tus lágrimas saben a universo, a universo infinito e insondable, ese al que diriges tus ojos cada noche, lleno de promesas y de traiciones; a esas estrellas que miras e interrogas tan a menudo y que te devuelven una mirada enigmática, puede que irónica a veces, callada, silenciosa, muda a tus preguntas, quizás a tus súplicas...

Saben a soledad inmensa, dulce en ocasiones y amarga en otras. A veces amiga, refugio. A veces insoportable. Esas lágrimas saben a incomprensión, a dolor, a rabia, a tristeza, a impotencia, a vacío, a vértigo... A vida derramada. A caminos sin señales, que no llevan a ningún lado, a tempestades que impiden al barco arribar a ningún puerto y lo zarandean hasta casi hacerlo zozobrar entre un oleaje que aún hacen más tétrico los densos y oscuros nubarrones que lo envuelven... Al polvo que se mete en tu boca, levantado por tus pies al caminar por el desierto. Sí, sé a lo que saben tus lágrimas.

Ese cielo que ves cuando sales a tu terraza a fumarte el cigarrillo que acostumbras, el cielo al que te diriges, no está deshabitado, vacío. En una de esas estrellas, en la que más brilla, llevo meses , fumándome yo también el último Ducados del día y hablándote. ¿Nunca me has oído…?

Y en la isla donde te confinas, si miras, verás mis ojos, si escuchas, oirás mi risa. Tampoco ahí estás solo, es la misma isla en que vivo desde el principio de mi tiempo. Conozco cada recoveco de ella, cada piedra, cada acantilado... Conozco muy bien el sonido del aire que sopla en ella, he probado su sabor húmedo y salado, como el de mis lágrimas. He reconocido esa isla como el único lugar que puedo ocupar en el mundo. Si miras con atención me verás ahí, en tu isla, otra náufraga de la vida. Simplemente, mira bien. Tienes compañía.

miércoles, 22 de octubre de 2008

PAÑUELO


He dibujado tus sentimientos en un pañuelo.
Guardado en mi bolsillo izquierdo, espera la hora del café
para dar un paseo acariciado por mi mano,
un paseo por calles estrechas, esas que nunca pisaron tus pies,
en busca de las señas de tu casa, esa en la que nunca viviste.
Y de tu voz..

Y es que tus palabras se me ausentan y muero por ello,
no estás en tu nombre, que escribo en un cristal,
te deletreo y nada me devuelve el eco.
Tu sonrisa, tan lejos hoy, parece abandonarme en mi soledad deshabitada,
tu mirada siempre sincera se bate en duelo con la tristeza,
y esas lágrimas que me pertenecen se escapan
en infinita inocencia por tus mejillas de niña rebelde.

A veces la vida es un bolsillo, café y muchas lágrimas.
Pero yo creo en ti, mi niña de romero y azahar.
Creo en tus labios moros y en tu hablar sin pausa.
Creo en tu dolor y tu sufrimiento,
y más si cabe en su próxima derrota, sin piedad pero con honor.
Amiga, todo empezó con eso...... fuerza y honor.

Y en eso estamos.





ETINARCADIA

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA PALABRA QUE SE DESTEJE

Hoy, como hace 4 años....

Cuando vienes a mí pequeño,
barquito de papel a la deriva de tus aguas quebradas,
querría encontrar la palabra, contarte que un hombre
ha de tener forzosamente momentos
en que se sentirá débil, tendrá miedo,
se creerá perdido en medio de un oleaje
que rompe contra él con una fuerza inusitada,
cargada de violencia...

Baten contra ti las iras de las aguas bravas,
pero sabe que no barquito de papel
pero roca eres, alta, orgullosa, incierta,
eternamente erguida ante la furia de las olas.

Quisiera decirte que es la
esencia pura de la vida estar vivo,
y sentir en un extremo u otro de la cuerda
que no podemos más, para luego
saborear una felicidad efímera.

Cuando vienes a mí pequeño,
querría encontrar la palabra
que haga asomar luna y estrellas en tu noche
que rompa los hielos de tu alma,
que ahonde en los fríos de tu invierno...

Pero huye la palabra en las alas del crepúsculo
que te envuelve,
la hace yerma el salitre del negro mar
que amortaja tus caminos...
Mejor destejer la palabra, y tejer con sus letras
sonidos, risas, soles, lunas y estrellas.


AVALON

lunes, 25 de agosto de 2008

EL TREN


Sombras blanquinegras, casi fantasmales, envuelven el andén vacío y desangelado en que me encuentro. Los únicos signos de vida somos el vientecillo delgado y helador que corretea por entre las pilastras y las vías del tren, emitiendo silbidos que casi se confunden con los de éste, y yo. Me estremezco, y sé que no es por el frío.

El tren se acerca, lo oigo traquetear sobre los hierros. Es el que estoy esperando. O más bien, el que me espera. No quiero subir, tengo miedo de lo que hay dentro, del destino al que se dirige, pero cuando se detiene ante mí y la puerta de su único vagón se abre, mi mano ase con fuerza la barandilla y me obligo a subir los escalones, uno a uno. He de hacerlo, no hay escapatoria.

En el interior todos los asientos están ocupados por mí, excepto uno: el mío. Un vagón al completo con todos los Etinarcadias que viven dentro de Etinarcadia. Me miro uno a uno, rostros distintos pero con las mismas facciones, mis facciones, que clavan en mí sus ojos y proyectan en mi alma todas las tormentas que los sacuden y los llevan a la deriva a ellos.

En el último asiento pegado a la ventanilla, se acurruca el miedoso. Siento su rabia, la tristeza que le ahoga, ese ligero temblor interior que no le permite relajarse nunca, la mirada perdida en algún lugar más perdido aún de su mente. Lo miro y me veo, y me remuevo inquieto, desasosegado, en mi asiento.

Aparto la vista de él rápidamente, aunque siento la suya clavada en mí, y la dirijo hacia otro lado. Allí está el misionero, el soldado, el guerrillero, el revolucionario que quiso salvar al mundo y no hizo nada. Otra vez la mente me mantiene lejos pero inmóvil.

Continúo buscando un rostro más amable, pero ahí está el sumiso que a todo dice que sí, sin ni siquiera pensar en él mismo. A su lado, el cobarde que se oculta en una falsa bondad o tal vez no tan falsa. No, no es tan falsa, ambos lo sabemos, pero le gusta castigarse, castigarme.


Ahora me veo de pie, rabioso, con los ojos enrojecidos y lleno de ira. Otra mirada y nace una sonrisa forzada, de metal, teatral y fría.

Por fin un grupo alegre riendo de verdad, música, lápiz y papel, vino... Me miran y se desvanecen en el aire. Los llamo desesperado, pero apenas se materializan de nuevo unos segundos para volver a fijar sus ojos en mí y desaparecer de nuevo.

Ninguno de esos Etinarcadias separa su vista de mí, algunos me amenazan, otros me sonríen. Un mar de gestos, miradas, sentimientos, pensamientos, blancos y negros. Y entre todo ello, yo. Qué complicado analizar este ir y venir vertiginoso, qué difícil mirarme a mí mismo y a la vez que fácil reconocerme en todos ellos.

"Esto no lo quiero, esto sí, esto no, esto sí......"


Pero ¿qué me está pasando? ¿Acaso no soy todo lo que estoy viendo? El pánico me invade repentinamente, me doy cuenta de que este tren me está quitando la vida, casi todo en él es tristeza y dolor. Yo no soy así. Que alguien me ayude, quiero escapar de esta mentira de mí mismo. Estoy solo con todos ellos y el tren sigue su camino, sin paradas, sin apeaderos, acelerando la velocidad con destino a ninguna parte.

ETINARCADIA

martes, 12 de agosto de 2008

LA PUERTA



La puerta es verde. Extraño color para una puerta... Querría cruzarla y no me atrevo, no sé dónde me lleva, es posible que al mismísimo infierno. Pero el verde es el color de la esperanza, saco valor de mis bolsillos, mi mano agarra el pomo con fuerza y abro.

Cruzo el umbral y solo hay gris, un inmenso y plano vacío gris que todo lo ocupa y parece flotar en la nada. Pero sobre esa nada, cubriéndola, se extiende hasta el infinito una bóveda oscura,inmensa, tan cuajada de estrellas como una noche de verano. El miedo desaparece para dar paso a la sensación de que conozco ese cielo, de que él me conoce a mí, de que no solo he estado ahí antes, sino de que ahora me encuentro realmente en casa. Recuerdos de un pasado incierto se agolpan en mi mente, pugnando por decirme algo al oído, en susurros sin voz. Me hablan de algo que no conozco, que no entiendo, pero que en algún recóndito lugar de mí sé lo que es. Un pasado que dice que es mío, aunque no forma parte de mi memoria al otro lado de la puerta, y quiero creer que es así, necesito creerlo, volver a un principio, a un pasado, tal vez a un futuro que ya he vivido y añoro profundamente.

Te siento... Siento tu presencia, sé que estás ahí. Miro a mi izquierda; de la nada gris emerge ahora una escalinata que no comienza ni termina en ninguna parte. Son las que Kronos cincelara en los principios de todo lo que existe. Figuras altas, enjutas, envueltas en negras túnicas, cabezas y rostros encapuchados, suben o bajan majestuosos, lentos, los escalones. Son los Señores del Tiempo. La arena de los relojes que llevan en la mano permanece en el bulbo de cristal superior del artilugio, ni un solo grano cae en el inferior.

Más allá, tan lejos que podría tardar eones en llegar pero tan cerca que las veo casi al lado, débilmente iluminadas por una claridad crepuscular, mortecina, que no sé de dónde sale, se levantan a duras penas unas paredes de lo que pudo haber sido una casa, casi un palacio, unas paredes rotas, con los huecos donde una vez debieron de ir encastrados los marcos de las ventanas desmesuradamente agrandados, desangelados, como enormes y voraces bocas desdentadas. Ni siquiera hay techo. Pero en esa inmensidad limitada por muros desarrapados estás tú. Me sonríes, te sonrío, me pides que me acerque a ti y convierto los eones en segundos, los necesarios para llegar a tu lado. Te sientas junto a una columna que yace caída en el suelo, una columna ciclópea, de tal longitud y grosor que es impensable que hubiese podido pertenecer a la casa entre cuyas paredes cansadas nos hallamos. Ni a esa ni a ninguna edificada jamás por el hombre...

No es la única, hay varias más diseminadas allá y acá por el suelo, sin orden alguno. Y en medio, un gigantesco reloj de arena, igualmente abatido en el suelo pero en el que, curiosamente, a pesar de hallarse los dos bulbos en paralelo, la arena va cayendo lenta, implacable, de uno a otro. Me siento a tu lado, sin dejar de dirigir miradas de reojo, un tanto aprensivas, al reloj. Sé que, entre estas paredes, el tiempo sí está transcurriendo; por cada grano de arena que se desplaza de uno de los receptáculos de cristal al otro, una hoja seca, marchita, aparece sobre el suelo, tapizándolo poco a poco. Algunas se mueven, empujadas por ningún viento.

Las estrellas nos contemplan y las contemplamos fijamente, parecieran millones de ojos en el firmamento solo pendientes de nosotros. Me miras, tus pupilas son signos de interrogación, y te explico que nos hablan porque ya nos conocieron, tú y yo en otro lugar, en otro tiempo. Hace tanto ya.... Siento que la casa que se alza entre mis sueños de cada día, la casa de un pasado envuelto por las brumas que sobre él arroja la realidad en que nos desenvolvemos al otro lado de la puerta verde, estuvo ahí, pero ya resulta imposible reconocer este pasado. Ambos lo sentimos como nuestro, pero lo hemos olvidado. Solo nos queda un vacío en el alma, el hueco dejado por lo que existió una vez, un vacío profundo y desolador, desazonante, doloroso, en cuyos bordes se acumulan restos de sueños por cumplir, los despojos de otras verdades oscurecidas por la vida que vivimos al otro lado de la puerta verde.

Sabemos lo que nos están diciendo las estrellas, que ese pasado continúa dentro de nosotros, encapsulado en la fibra más escondida de nuestro ser, y querrías creer que está tan vivo como en los principios de todo lo que es, y que solo duerme, dispuesto a volver a la vida en cualquier momento, pero sabes que en cuanto volvamos a cruzar el umbral no será así. Algún día, en cualquier lugar, dos personas se sentirán. Como nos sentimos tú y como yo. Y volverán a preguntarse el porqué de esa sensación ya conocida. Y así miles de veces hasta que regresemos al lugar de donde vinimos la primera vez, porque en esa primera vez dos eran uno, una sola alma.

Callas, y unes tu silencio al eterno e inmutable del espacio. Y sumo mi silencio al tuyo, y mientras los Señores de Tiempo siguen subiendo y bajando por esas escalinatas y la arena de sus relojes inmóvil, me sumo a ti, hasta formar uno solo, lo que fuimos desde el principio de todo lo que existe. Es apenas un momento, un momento eterno que aúna lo que fue, lo que es y lo que será por siempre. Solo rompen tu silencio y el mío, el del espacio, la música del orbitar de astros y planetas.

Mira, el gigantesco reloj que yacía en el suelo, junto a las columnas, ha terminado de vaciar el contenido de uno de sus receptáculos de cristal en el otro. La arena de los relojes que los encapuchados sostienen en sus manos comienza a moverse. Sé que es la hora de cruzar la puerta verde de nuevo, y a ella me dirijo inevitablemente. Tú no puedes venir conmigo, habrás de cruzarla en otro momento, hacia otro lugar. Al otro lado seguiremos siendo dos, pero dicen las estrellas que una vez solo hubo uno, y quizás en el futuro de aquel pasado vuelva a ser así.

ETINARCADIA Y AVALON

viernes, 20 de junio de 2008

Y SIN EMBARGO, ESPERANZA


Esta es la primera vez que se publica algo en esta calle sin que haya dado primero su visto bueno Etinarcadia, que, además de boss mandón y un poquito gruñón, ha sido siempre el alma de Quimera. Ni siquiera sabe aún de la existencia de estas líneas... Están aquí para agradeceros de corazón a todos que no hayáis dejado de dar vida con vuestras palabras y vuestros pasos a esta callecita, a pesar de lo silenciosa y taciturna que está últimamente.

La última vez que nuestra entrañable Malena pasó por ella nos decía entre bromas y veras que esperaba que pronto se restableciese la normalidad y que todo volviera a ser como siempre. Y ahora mismo no es posible... Este blog es un proyecto conjunto, la materialización de una antigua quimera de juventud de un valenciano y de una idea descabellada que una vez le propuso en un mail a una amiga suya sevillana: componer poemas juntos. Por Dios, si la sevillana no escribía desde que era chica... Pero nos pusimos a ello casi como un juego, un par de años después nos decidimos a asomarnos a la blogosfera, y nació Calle Quimera.

Calle Quimera es el resultado de llamarnos por teléfono, preguntarnos qué vamos a publicar, elegir tema, enviarnos por mail lo que cada uno ha escrito sobre ello a ver si al otro le parece bien, corregirnos mutuamente el texto que se decide postear, pelearnos entre risas porque uno dice que sobra tal frase o cual palabra y el otro insiste en que no, repetirlo y retocarlo de nuevo hasta que queda a gusto de los dos, buscar fotos, música, volver a pelearnos y a reírnos, elegir las imágenes y la canción definitivas...

Y todo eso falta en estos momentos. No corren buenos tiempos para mi compañero, no, y hace ya semanas que le resulta imposible prestar su atención a esta tarea. Yo podría seguir en solitario, es cierto, pero entonces este blog sería otra cosa. Avalon solo es Avalon, y Avalon sin Etinarcadia jamás podría ser Calle Quimera porque Calle Quimera somos dos, y ahora mismo le falta el alma: Etinarcadia. Y un blog sin alma no es el proyecto que habíamos concebido. Por eso, cuando él esté en disposición de volver, se encenderán de nuevo las farolas de esta callecita.

Pero Malena, nuestra okupa oficial por derecho propio, había pedido en su última intervención "un poquillo de "pan" literario", y no se le puede negar nada a alguien que lo da todo y más, como ella hace. Y he pensado en este poema que escribí hace algún tiempo para quien desde que llegó a mi vida se convirtió en el mejor de los amigos.

Gracias nuevamente, Alberto, Raúl, Allan, Antifaz, Enmascarado, Raizen, Vizconde, SCD, Miguel, María, Manuel R. y Manuel T., Raizen, Ashbless, Sluagh, Jassy, Victoria, Trini, Viento, y a todos esos que ya no nombro porque la lista es larga. Gracias a los que habéis ido llegando en estos últimos días, como Patricia Gold, Peletero y otros a los que las circunstancias actuales no nos han permitido atender debidamente. Gracias porque absolutamente todos, sin excepción alguna, habéis aportado en algún momento sin saberlo una de esas sonrisas que se dibujan por dentro y caldean el alma. Cuando este blog pueda volver a llamarse de verdad Calle Quimera, estaremos de nuevo aquí. Espero que muy pronto.


Por ti, Malena. Para ti, Etinarcadia.


Y SIN EMBARGO, ESPERANZA

Se hilvanan las últimas sombras nocturnas

con las que anteceden al alba,

y un día sucede sin apenas frontera a otro día,

en un continuo implacable donde

se amasijan, informes, la noche y la madrugada,

la jornada de ayer, la de hoy y la de mañana,

que desvivo a empujones de autómata inercia,

de tenaz apatía.

El ruido de las máquinas de mi fábrica se confunde

en infernal y oscura mezcolanza

con el del reloj que ejecuta las horas, los meses, los años,

con el sonido del corazón, que ejecuta mi vida...

Hasta mi prisión de plazos, facturas,

de cansancio infinito que nunca se acaba,

llega el vago olor de la apenas vida que me alcanza,

el eco lejano de las risas de mis hijos,

los recuerdos de lo que no he vivido...

En la sala de espera, los libros que quiero leer,

los poemas que mi mente sólo alcanzó a pergeñar,

la tarde de miércoles de cine y palomitas,

ese viaje que siempre dejo para mejor ocasión...

Lo único cierto, el crujir de mis días arrugados y tirados

a la papelera, como periódicos viejos.

Seis de la mañana.... Como Lázaro, levántate y anda.

Pero siempre... siempre, resiste la esperanza.



Todo irá bien, compi. Y ya lo sabes... amunt, siempre amunt, ¿de acuerdo? Que no me entere yo de lo contrario...


AVALON





viernes, 6 de junio de 2008

ÁNGELES


Cuando era pequeño todas las noches hablaba con Dios y con mi Ángel de la guarda. Noche tras noche, con una tenacidad que ahora me parece hasta conmovedora. Pero aquello se convertía en un monólogo puro y duro. No había respuesta. Jamás la había.


Aquel silencio, tan pertinaz como mi empeño, provocó que con el paso del tiempo esos monólogos fueran a menos. Noches que sí, noches que no....Todavía hoy espero una respuesta clara, o aunque no sea clara, una simple palabra, una señal, algo... Pero parece ser que la cobertura no es muy buena aquí abajo. O allá arriba, no sé. No he visto ningún Ángel en mis noches de desesperación, ni una simple huella que seguir, ni un solo indicador que me conduzca a algún lado lejos de este desierto en que camino en círculos, nada.


De un tiempo a esta parte ya no busco nada especial, mágico, solidario o sincero en el cielo, creo incluso que he perdido sus señas, ahora mi mirada se dirige a la tierra que piso. Y algo sorprendente ha ocurrido. Continúo sin hallar las señales que tanto pedí, pero esos seres divinos con los que de pequeño deseaba entablar conversación y amistad ahora mismo están a mi lado. No llevan alas, pero su bondad, humildad, capacidad de sacrificio y amor hacen que vuelen permanentemente en mi corazón. El único milagro que los reviste es ser como son: de verdad, de carne y hueso. Buenas personas que de alguna manera ya se han convertido en verdaderos ángeles para mí. El primero, sin duda, tú, Avalon. No hay palabras en este mundo que puedan expresar lo que eres. Otros ángeles se han acercado a mí últimamente aunque de algunos solo conozca su voz virtual. Personas como Malena, Raúl Junquera, Alberto López....y una brujilla que vuela en su escoba por otros cielos me han devuelto la Esperanza.

Esta noche volveré a rezar.



ETINARCADIA

domingo, 1 de junio de 2008

PARA TI, QUE ACABAS DE CUMPLIR 25 AÑOS


En la calle dormida se arraciman las sombras nocturnas, hendidas apenas por la vacilante luz de las farolas y por el neón de los luminosos de algunos establecimientos. Solo el lejano ronroneo de
un coche, quizás el ladrido de un perro o el estridente y triste ulular de una sirena, rasgan la urdimbre del silencio que envuelve la ciudad. Calma y quietud. Dentro y fuera de la casa y del alma, soledad descolorida, ni siquiera engañada por el sonido acompasado del reloj, el latido del corazón del tiempo. De ese tiempo que se desliza entre sus agujas y entre nuestros dedos, hecho montoncitos a nuestras espaldas.

Y entonces lloras, lloras por esas primaveras y veranos sepultados en un marchito otoño que ya solo dora las hojas de los árboles, haciéndolas caer mientras reverdece las de tus recuerdos. Sobre todo las de esos que no quisieras que siguieran ahí. Lloras por todo aquello que ya solo vive en la memoria de tus pupilas, entre los pliegues de sonrisas borradas hace tiempo. Por los sueños que te permitió concebir el ángel que te maldijo, por lo que pudo haber sido y nunca fue.

El parpadeo de la pantalla del ordenador, quizás la del móvil, se abre paso a través de tus lágrimas. Después de todo, tu soledad no era tan sola, alguien está contigo -tan lejos, tan cerca...- a esas horas en que tus cuatro paredes son todo el mundo. Y sus palabras mudas, esas que lees en la pantalla del ordenador, quizás en la del móvil, acallan el estruendo del silencio de la noche, y de fondo escuchas cantar a alguien, no sabes si en Sierpes o Plaza Nueva. Puede que en Floridablanca, puede que en Morvedre...

"Compartir en la noche un momento, compartir en silencio
el deseo de vivir."


Sí, esas horas en que la ciudad duerme son un buen momento para compartir silencios, palabras y desde luego el deseo de vivir. Para recordarte que vivir nunca puede ser una condena, que si un sueño se perdió al doblar una esquina, tras la próxima aparece otro, que si miedos y frustraciones espantan deseos, es mucho peor no temerle a la muerte por carecer de ellos. Que jamás debe llegar el momento en que necesites comprar recuerdos de recuerdos que deseaste que fueran tuyos, recuerdos de lo que nunca viviste, porque siempre existe la posibilidad de diseñar el resto de tu vida.

¿Oyes la canción..?

"Quiero ser un vagabundo más, tapado por estrellas
que alumbran mi ciudad.
(...)
Compartir en la noche un momento, compartir en silencio
el deseo de vivir.
Me da igual cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva."


Vivir al fin y al cabo es vagabundear bajo las estrellas de tu ciudad, callejear entre miedos, dudas, sonrisas, amor, alegrías, rabia, dolor... y esperanza. Y cantar. Que nunca nos falte el poeta que canta. Estoy segura de que un buen amigo, el Peletero, nos permitirá apropiarnos en esta ocasión de unos versos suyos:


Cuando el poeta canta es mejor dormir
y soñar,
cuando el poeta canta es mejor callar
y cantar contigo, mujer amada,
mujer asustada.



Y cuando alguien duerme, sueña y canta con la mujer asustada, el miedo se derrite como el hielo.

martes, 20 de mayo de 2008

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO



Su mano sujeta una jarra de cerveza
sobre la barra de un bar.
Aspira sin ganas el humo de un cigarrillo,
en su pelo asoman, insolentes, las canas.
Ojos enrojecidos por el polvo de su camino,
eterno paseo sin rumbo, errático,
entre el cielo y la tierra,
pisando hierba, deseando estrellas,
interrogándolas en vano.
Su gabardina negra no le protegerá de la lluvia,
negra lluvia que sabe le espera en la calle.
Hoy también se siente cansado.
Todas las puertas están cerradas a su alrededor,
solo quedan abiertas las de tugurios
donde se cobijan almas dolidas.
Incomunicables soledades
le acunan entre música, humo y alcohol,
entre murmullos apagados de risas y conversaciones
borrosas como neblina, resueltas en nada,
que a nada saben, que nada alivian.
Sombras velan su mirada azul,
fuerzan sus labios flaca sonrisa,
y en su voz pálida se abre paso a puñetazos
el cansancio del corazón mientras pide la cuenta.
Solo, camina entre la gente,
soledad vacía, sin siquiera eco que acompañe,
eterna en su memoria, soledad....de Dios.
Tristeza infinita en el alma,
sentimientos confusos describiendo círculos
como negros buitres,
preguntas que queman como hierros candentes,
respuestas mudas...
Se aleja su figura menuda, empequeñeciéndose,
resuenan huecos sus pasos por la desangelada calle,
que lentamente le engulle.
Mejor olvidar.
Tabaco y alcohol...



martes, 13 de mayo de 2008

LA LIBERTAD DE ADOUM



POÉTICA A DOS VOCES

Aves corola que deshoja sin preguntar el viento

" -... vinieron en la noche, derribaron la puerta..."

por sus propios colores perseguidas

-"... hirieron al hermano y quemaron los libros..."

con las alas mojadas en estanques de altura

-"... bajaron a registrar hasta abajo del suelo..."

flechas del paraíso clavadas a su aliento

-... rompieron los retratos, desgarraron mis ropas...

"las lineales celosas ahogadas del aire"

-... entre caballos se llevaron al marido...

"otoños en exilio forasteras del tiempo"

-... le colgaron de los dedos quebrándole las manos...

"guareciendo su pluma en bodas de algodones"

-... le han dejado con los pies en agua helada...

"amor que se adormece en la ola del vuelo"

-... ha muerto y lo enterraron no sé en dónde...

"con burbujas de nube entre los remos"

-... hoy se llevaron ya hasta a los niños.

Yo quería añadir: Su orden de aluminio...

Pero no puedo, pero no me dejan

y no quiero y me callo.

Tal vez matarlos es ahora el poema más puro.


De "Yo me fui con tu nombre por la tierra" Jorge Adoum 1964




Yo soy

tú eres

él es

nosotros somos

vosotros sois

ellos son.


Pero... ¿sois, son, somos?

Mi libertad no es real sin la tuya,

sin la de él, sin la de ellos.

Yo solo soy libre en tu libertad.

Si no es nuestra libertad,

la vuestra y la suya, no es Libertad.

Ha llegado el tiempo.

Hay que apacentarla en otros prados y

desvestirse de la inmemorial herencia del miedo,

dejarlo flotar, arrastrado como flores muertas,

en ríos de agua limpia que no estén formados ya

por las lágrimas de los hombres ni por su sangre,

para recién nacer absueltos del pecado original,

absueltos del pecado criminal, y heredar el reino del futuro.

Es preciso fundar otro Edén del que no nos eche

la espada flamígera del ángel de un Dios enfurecido,

migrar libremente a la tierra

y volverla a poblar de hombres y de historia.



sábado, 3 de mayo de 2008

A PROPÓSITO DE MARÍA





















- Avalon, ¿hace un licor de desahogo en la Taberna del Irlandés?

- Hace, hace, y de aperitivo para acompañar tenemos meme cotilla que nos pasa María.

- Mira que os gusta a las mujeres enteraros de la vida y milagros de todo el mundo...

- Pues ya ves por dónde, la mayoría de periodistas del corazón son hombres, y anda que no se toman su trabajo con ganas... Así que no solo somos nosotras las cotillas. Y antes de que nos enzarzemos en una batalla campal, empecemos con el meme. Comienza diciéndome tu color favorito.

- Tengo tres colores favoritos: el verde de la hierba mojada, el negro del sonido del blues y el azul del cielo.

- Me ha gustado eso del sonido negro del blues, ya ves... Siempre pensé que el blues era azul, como los son los sentimientos, pero creo que llevas razón, que el blues no puede ser más que de un solo color: negro. El mío es el rojo. El rojo de la sangre que le corre por las venas al blues... Dime un número.

- Siempre me ha gustado el 8, a veces elijo el 5, y el 13 es mi debilidad.

- Lo del 8 será porque naciste un día ocho, y en el año 1.968. Lo del 5 lo entiendo, es un número bonito, pero lo del 13 ... Hijo, mira que resultas gótico. Entre esa manía de vestirte de negro y esa afición tuya al 13...

Mi número favorito es el 5. La única vez en mi vida que me tocó algo en una rifa fue a ese número: un pliego de cromos ..¡¡con purpurina!!... que sorteó la monjita que nos daba clases cuando yo tenía 7 años. Qué cosa tan tremenda, chiquillo... Pero el 5 sigue siendo mi número favorito. A pesar de la purpurina.

- Siguiente pregunta, bocas, que te enrollas como las persianas.

- Coartas mi libertad de expresión, ¿te has dado cuenta?

- Coarto tu tendencia a enrollarte. Continúa, siguiente pregunta.

- (gesto ofendido por mi parte) Dime un libro que te haya gustado.

- Ya sabes que son más bien pocos los libros que termino de leer, además si me preguntaran diez veces probablemente ese sería el número de libros favoritos que diría. Pero puesto a a elegir, me quedaría con "Algunos no hemos muerto", "El lobo estepario" y los cómics de la saga de los Aznar.

- Pues yo con cualquier buena novela histórica bien documentada. Aunque no pertenece a este género, uno que leí recientemente y me encantó fue "84 de Charing Cross Road", una verdadera delicia de obrita. Constituye una muy buena reflexión sobre las relaciones epistolares, tan frecuentes hoy a través del correo electrónico.

- Sigueeeeee.....

- Eres un tirano, boss. Un día llamaré a mi enlace sindical, y...

- Sigueeee..

- Una canción.

- La música me encanta, sobre todo 091, Lapido, Rosendo, etc, pero mi canción es sin duda "Miña terra galega" de Siniestro Total.

- Un día tendrás que contarme por qué, siento curiosidad.

Una canción... Que sea de Eric Clapton, por favor, y si puede ser interpretada a dúo con Mark Knopler, ya llego al clímax.

- Qué burra eres a veces, y luego dices que yo...

- Si yo es por no dejarte rebuznando solo..je... Lo siguiente es tu comida favorita. Voy a quedar fatal yo con esa pregunta. A mí ni langosta a la Thermidor ni solomillo Wellington, ni delicatessen de esas... Unos huevos fritos con patatas, un sandwich, o un hojaldre relleno con bechamel y lo que sea me hacen la mujer más feliz del mundo.

- Eso sí, por lo menos sale barato invitarte a cenar..je... A mí de comer casi todo me gusta, y si pica, mejor. Pero me quedo con la paella en sus distintas variedades.

- Quéjate luego de que te duele el estómago, anda... ¿Y de postre?

- Lo que sea, pero que lleve chocolate.

- Ahí coincidimos. Yo, cualquier cosa que tenga chocolate y/o nata. Dime un lugar, anda...

- Lo del lugar es muy fácil: aquel que echo en falta todos los días aun sin poder recordarlo... el regreso. La nostalgia de un pasado y un futuro inexistente.

- Solo queda reconciliarse con el pasado y el futuro existentes, compi... Mi lugar es mucho más terrenal, pero para mí, casi como si estuviera en las estrellas también: las Highlands de Escocia, cualquier rinconcito de ellas. Si puede ser frente al mar, mejor. Ahí me quedaría clavada como un poste eternamente...

- Otro suspiro más como ese y dejas sin aire a toda la Taberna. Anda, otra pregunta...

- Una película.

- El cine me gusta también mucho, a ver, a ver......"El Padrino", "La
Misión", y casi todas las de ciencia ficción y bélicas. Bueno, si ha de ser una, "Los Goonies",ja,ja,ja.

- "Los Goonies", ¿eh? ¿Y luego la borde soy yo? Je... Mi película favorita es "Tootsie"; otras que me gustan muchísimo son "Cinema Paradiso", "Con faldas y a lo loco", "El nombre de la Rosa"...

A ver, dime un momento del día.

- El momento del día.... uufffff. Cuando me meto en la cama y me estiro... Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh......

- El mío, las pocas veces que consigo quedarme a solas en casa, sin niños, sin ruido, sin tele. Eso mismo digo yo también...Aaaaaaaahhhhhhhhhhhh.... Qué gusto, ese silencio, esa tranquilidad... Bueno, ya respondiste la siguiente cuestión, se preguntaba en ella por tu momento favorito de la noche. El mío casi coincide con el tuyo: los momentos inmediatamente anteriores a caer en brazos de Morfeo. Eso que vas perdiendo poco a poco la consciencia, dándote cuenta de que te vas quedando dormido...

- Otra pregunta.

- Bueno, valeeeee..... ¿Blog, foro o chat?

- Ni foro ni chat, blog. Y lo que se puede... Ya sabes cómo estoy siempre de tiempo.

- Yo también blogs, indiscutiblemente. ¿Te has sentido alguna vez acosado virtualmente?

- No, nunca.

- Yo tampoco, afortunadamente no. Debe de ser muy desagradable. Dime un referente en tu vida.

- No lo tengo muy claro, si Dios o un Ángel caído.

- Pues también te lo pones tú fácil... El mío es mucho más sencillo: en algunos sentidos, mi padre, y en el resto, que es casi todo, yo misma: mis errores y mis aciertos. No creo que haya mejor manera de aprender y de guiarse en la vida.

Dime, ¿y un referente histórico?

- Toda la gente que lucha por la libertad, la igualdad, la solidaridad... Qué bien he quedado. Je... Mi personaje histórico es Juan Pablo I.

- Sí, como a ti te importa tanto quedar bien..jajajajaja... Yo no tengo referentes históricos; si por referente entendemos alguien a quien nos gustaría emular, cuyo ejemplo es algo que hubiéremos querido seguir, se me pasó la edad. Tampoco me deslumbran los "héroes" y libertadores; cuando escarbas en sus vidas te encuentras con que a la mitad de ellos no los guió siempre el altruismo puro y duro... Más bien sus propios intereses. Sí que admiro a personajes como la madre Teresa de Calcuta, o a Vicente Ferrer, que ha desarrollado una labor tan meritoria en la India, pero tengo claro que yo nunca haré nada similar. Considero referentes a aquellas personas que conozco tan de carne y hueso como yo, que luchan día a día, caen y se levantan sin desfallecer e intentan hacer de su entorno un mundo mejor en la medida de sus posibilidades. Esos son mis ejemplos.

Dime un personaje de ficción.

- Sam, uno de los personajes de de "El señor de los anillos".

- Ya me dirás por qué, fue el mismo que mencionaste cuando nos conocimos, y nunca llegaste a contarme el motivo. El mío es Aragorn, uno de los personajes de la misma obra, por su espíritu de sacrificio, su nobleza de carácter, su valor, su entrega...

¿Un café?

- ¿A estas horas..?

- No, hombre, es una pregunta. ¿Cómo te gusta el café?

- Acompañado de una botellita de agua fresca y cigarritos.

- A mí solo, sin azúcar y "bautizado", o sea, añadiéndole un chorrito de agua cuando ya está en la taza. Manías mías...

También se preguntaba por ocho cosas que nos gustaría ver realizadas antes de morir, pero eso ya lo respondimos en enero de este año. Más que deseos eran utopías, sueños irrealizables, pero que nos hubiera gustado que fueran viables, y ahí quedaron.

Dime, ¿eres feliz?

- No he aprendido a serlo todavía.

- Todo se andará, compi... Yo no soy feliz, estoy feliz. A ratos.. Creo que como la mayoría. Hay una diferencia en castellano entre los verbos "ser" y "estar"...

Última pregunta: ¿te atreves a decir tu edad? Yo, lo que es atreverme, pues sí, pero no quiero. Las mujeres no tenemos peso ni edad, eso es un axioma, y si el canciller Helmut Kohl, que ni siquiera era mujer, convirtió su peso en secreto de estado, yo no voy a ser menos con mi edad. ¿Tú la dices?

- Como ni soy mujer ni Helmut Kohl, no veo por qué no. Acabo de cumplir 40. Además, te faltó tiempo para chivarte y hacerlo público el día de mi cumple, así que... Bocas, más que bocas. ¿Quedan más preguntas?

- Sí, casi me la salto: ¿cuáles son tus proyectos inmediatos? Ya ves, apuesto a que en esta coincidimos. Mi respuesta es seguir viviendo, tirando p´alante pase lo que pase.

- Sí señorita, aciertas. Ese es el proyecto que tengo de aquí a los próximos 40 ó 50 años de mi vida. Con un par... ¿Ya está?

- Yes.

- Venga, pues otra ronda de licor... ¡¡Taberneroooooo..!!!