lunes, 2 de marzo de 2009
ALETHEIA (I)
Decían los antiguos que al morir era ley inapelable cruzar el río Leteo, que separaba el mundo de los vivos del de los muertos, y beber de sus aguas para olvidar lo que se fue y lo que se hizo en vida, y así llegar al Hades, la morada subterránea, vacío y despojado de uno mismo.
Hay muchas maneras de estar muerta. Y a ambas orillas del Leteo, incluso en la de los vivos... Sabes que aún estoy en esta ribera del río, pero hace ya tiempo que el olvido me desmemorió, he perdido mi nombre y mi historia, y con ello me desvanecí. Y ahora soy solo sombra, invisible e irreconocible, alma sin vida que cruzó el límite del retorno: el olvido. Y ya no me reconozco a mí misma. En el Eclesiastés judío se dice que «los vivos saben al menos que han de morir, pero los muertos no saben nada, porque su memoria yace en el olvido". Como la mía... Por eso ya no estoy viva. Por eso y porque no recuerdo que la muerte me esté esperando. Ya acudí a su cita, aunque no a la definitiva.
Sí, hay muchas maneras de estar muerta, y en todas ellas es imprescindible dejar lo vivido en la orilla y pagar un precio: el óbolo de Caronte. Y yo lo he pagado sin escatimar. Fui pasando páginas del pasado y dejando que la humedad de mis ojos corriera la tinta hasta volverlas casi ilegibles, dejé que esa misma humedad oxidara los engranajes de la maquinaria que pone en marcha las ganas de hacer, que entre esos engranajes se aposentara el miedo, obstruyéndolos y deteniéndolos. Ya no me quedan recuerdos, ni del pasado que se me fue ni del futuro que no vendrá. Que no permití que viniera. Ni siquiera me quedas tú. Todo se fue quedando desperdigado por la ribera, en la de la tierra que aún piso.
Pero no creas, se está bien muerta, aovillada, doblada sobre una misma, plegada como las varillas de un abanico el dibujo de cuya tela está ya gastado, dañado, un abanico que te sientes incapaz de abrir ante ojos ajenos. Mejor proteger de la luz lo poco que queda, tablear esas varillas, cerrarlas bien, que los despojos de la tela se encuentren protegidos, a salvo entre penumbras, a salvo hasta de ti misma.
Un día Clotos, la Parca que hila el destino, se cansará de tejer el mío, y Átropos, la que corta el hilo, tajará mi hebra con su cuchillo. Será por segunda vez, la definitiva. Y Hermes conducirá al fin mi sombra a las puertas del Hades. No puedo evitar sonreír al pensar en el desconcierto del viejo Caronte cuando me llegue el momento de cruzar de verdad el Leteo, al ver que no necesito beber el agua del río, que ni siquiera necesito su barca para pasar el Aqueronte, ni ninguno de los cinco ríos que llevan al inframundo, porque la desmemoria con la que llegaré a la orilla me permitiría cruzar las aguas caminando sobre ellas, como Cristo en el mar de Galilea.
Decían los antiguos que en realidad al Hades no llega nadie, porque cuantos ahí arriban lo hacen despojados de la memoria de quiénes son y de a dónde llegan. Y yo hace tiempo que ya no soy nadie. Por eso no tengo miedo, ni siquiera al mar.
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21 comentarios:
Hablamos con miedo ,sin duda gratuitamente, de θάνατος...pero en verdad a lo que hay que temerle es a la βίος... comprendo tu sentimiento... un abrazo
Sin miedo en el camino de la vida como del destino implacable de la muerte..
muy bien escrito
saludos fraternos
Hay demasiadas cosas bonitas en esta orilla para perder los cinco sentidos...todo aquello que da calor a nuestro corazón y que está esperando ser descubierto por nuestra inquieta mirada...una sonrisa, un beso, una caricia
No...no hay que abandonarse a la corriente...hay que luchar contra ella, aunque sepamos que nuestro final será reposar en sus aguas
Besos en forma de salvavidas
Transmisión de pensamiento, sin duda, que llevo no sé cuantos días repasando mis libros de mitología porque me apetecía escribir sobre las Moiras, también llamadas Parcas, las tres hijas de la noche, Cloto, Laquesis y Atropos; aparcaré la idea porque me encanta lo que acabo de leer.
Sobre la desmemoria y el olvido y la muerte... otra casualidad. Hace apenas una hora que he anotado esta cita sacada del libro de Torrente Ballester que estoy leyendo (y disfrutando), "Dafne y ensueños". Dice: "Nadie muere hasta que lo olvidan". Yo creo que es verdad.
Un abrazo.
No quisiera romper el hechizo de este embriagador post, de su seductor sueño a muerte, de su tentador olor a final. Tal vez porque yo soy hijo de todo eso que narras y cuentas tan bien y no de otras historias que hoy en día seducen a todos aquellos que no saben seducir, historias que se cuentan donde nace el sol.
Nosotros, yo y los míos, lo vemos pasar, aquellos lo han visto nacer y otros ojos lo verán morir en el mismo mar.
Somos porque recordamos aunque la dignidad no la perdemos cuando olvidamos quiénes somos. Así es y así debe de ser. Eso contaban los griegos y eso me enseñaron mis padres que perdiendo la memoria, nunca olvidaron quiénes eran ni tampoco quiénes éramos nosotros, sus hijos.
Yo creo que Caronte no es nadie ni sirve para nada el óbolo que le pagamos, en realidad su barca siempre está vacía, nadie traspasa el Leteo con ella. Nadie.
“Decían los antiguos que en realidad al Hades no llega nadie, porque cuantos ahí arriban lo hacen despojados de la memoria de quiénes son y de a dónde llegan. Y yo hace tiempo que ya no soy nadie. Por eso no tengo miedo, ni siquiera al mar.”
Por eso el Hades es tierra vacía. Y por eso el mar se muere cuando tú te mueres, rosa mía.
Saludos.
Mis queridos Avalon y Etinarcadia, me he quedado sumida en un respetuoso silencio después de haberos leído. No solamente por el tema en sí, sino por la gran calidad literaria con que lo habeis expresado.
Hay muchas clases de muerte y una de ellas, para mí la peor, es el olvido. El no tener conciencia de quien eres y sin saber que te han despojado de ese tesoro que son los recuerdos.
Sabeis, porque compartis mi vida debido a nuestra amistad, que hace poco murió mi suegra con Alzheimer y también sabeis que tanto mi marido como mis cuñados iban cada día a verla y a cantarle y contarle las cosas de los nietos.
Ella con la mirada perdida no los reconocía pero gracias a que estaba viva en los corazones de sus hijos, ella vivía.
Enhorabuena por este escrito: mi Dama, mi Caballero. Os creceis cada día más.
Sabeis que os quiero.
Vino a conocer el río Leteo tomados de vuestra mano para sumirme en este texto impecable, brillante. Abrazos.
Pues sí olvidaste quizás fue porque no era digno de recuerdo. Por lo demás, deja tranquilo a Caronte que bien sabe hacer su trabajo y dudo que seas capaz de sorprenderlo. Y ocúpate de mirar a tu alrededor empezando por el espejo que tengas más cercano.
Bonito pero crudo.
Un fuerte abrazo.
P.D:"¿Leiste "Con Estopa vale" en mi blog?"
espero que esto sólo sea un relato, Avalon, antes de tenderte de las orejas en el tendedero ;)
muy bien escrito, pero ya tengo suficiente con el niño poeta exorcista (Rafa)
un besazo.
Hermoso escrito, casi una poesia,"casi desnudos como los hijos de la mar", es el destino del hombre pero la moneda, hay que pagar hasta para cruzar al otro lado del rio, para morir...el obolo ultimo par descansar....un abarzo.
Vizconde, me leo todos tus posts y casi todos los que puedo de los demás compañeros.Lo que pasa es que últimamente no dejo prácticamente comentarios.Puede que me esté convirtiendo en el hombre invisible.Un abrazo y salud¡¡¡
¿Invisible? o más bien "agazapado pero mo un alacran bajo las piedras escondido porque a la vida era lo úncio que la da sentido(..)" ...y que no falte (tu lectura tampoco).
Me ha impresionado este post. Muy bueno, y muy bien escrito.
Un saludo.
El olvido no es la muerte, el olvido es no vivir ayer como si fuera hoy..siempre habrá vida mientras vivamos el hoy..aunque no lo recordemos mañana, y siempre habrá vida mientras nos recuerden los demás..aunque nosotros ya no existamos..
Un relato precioso, basado en la mitología griega, base de cualquier civilización civilizada y pensante..
Un fuerte abrazo Avalon, Etinarcadia
Como la película de los Coen, fui llevado De paseo por la muerte, y me ha encantado el recorrido.
Majestuoso post, como el más allá.
Se les quiere a todo pulmón.
Despojados de los recuerdos, perdemos el temor y la vergüenza, que es una forma de perder la vida. Hermoso texto amigos. Besos y abrazos,
V.
Me gustó muchísimo este escrito tuyo, lo disfruté de principio a fin y volví ahora a releerlo con mayor tranquilidad. Te felicito.
La verdad es que está mu bien ,pero lo mejor la música......je,je,je.SALUD¡¡¡¡¡¡
Vaya historia, el camino de la vida hacia la muerte y el recorrido final....Espero que quede mucho para eso
besos a los dos!!
A mi estas cosas me dan cierto repelús, aunque todos tenemos marcado el camino que antes o después tenemos que tomar. Y como diría Manrique en las coplas a la muerte de su padre, llegado el momento no hay distinción ninguna.
Yo opino como Groucho Marx: No es que le tenga miedo a la muerte, simplemente no me gustaría estar allí cuando eso suceda.
Un fuerte abrazo.
El olvido es un bálsamo que muchas veces se desea, a sorbos pequeños o a grandes tragos. Un remedio que puede aliviarnos de la carga del pasado, de los recuerdos demasiado significativos o doloros para llevarlos a cuestas todos los días. Pero claro, esos recuerdos, los más dolorosos suelen ser también los que más nos enseñan, más nos preparan para el futuro. El día a día pule esos recuerdos, empujándolos cada vez al fondo de la memoria, pero dejando tras de sí un rastro, una lección, una cicatriz donde antes hubo una herida. Claro que lo hace poco a poco, a veces demasiado lentamente, y uno quisiera beber de golpe toda el agual del Leteo, en vez de la gota que nos dan cada noche para que podamos dormir y afrontar el día siguiente.
Sin recuerdos podemos estar libres, pero estar completamente libre de nuestros recuerdos es como si perdiéramos nuestro pasado, como si no hubiera ocurrido, y con él, quizá perdamos también la dirección del presente y la posibilidad del futuro. Esa libertad, como todo, tiene un precio, como el que antes o después se paga al barquero para que nos aleje de las cosas que quedan a este lado de la orilla.
Muy interesante el texto, profundo e introspectivo (y habla de mitología, mi debilidad :P).
Saludos.
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