sábado, 9 de junio de 2007

SAXO





Pocas cosas hay tan evocadoras como la música. Sus notas son telas de araña que tienen la facultad de atrapar para siempre entre sus hilos vivencias, fragmentos de nuestro pasado, y devolvérnoslos intactos cada vez que suenan.

Hace un rato escuchaba "Why aye man", de Mark Kopfler, y casi al final del tema sonaba un saxo. Y me ha retrotraído a la melodía de otro saxo que escuché una vez, a uno de esos momentos emotivos que se viven en los viajes, de esos que van aparejados a la música. Es lo más tonto del mun

do, pero sigo experimentándolo con una fuerza extraordinaria a pesar de que han pasado ya al menos seis años. ¿Me acompañáis a Londres durante unos minutos?


La noche estaba cálida, más de lo esperable en aquellas tierras, y paseábamos por los alrededores de la estación Victoria ya casi para dirigirnos a coger el metro de regreso al hotel. Eran más de las 11, aún deambulaba gente por las calles, pero tan poca que no bastaba para disimular el aspecto de desierto de cemento y ladrillo que ofrecía la ciudad. Se respiraban la paz y la tranquilidad propias de esas horas, ese perfume denso y cálido a noche de verano. Las crudas luces que arrojaban farolas y neones de rótulos publicitarios sobre la parte inferior de los edificios no eran suficientes para despejar las negras penumbras que cubrían el resto y los arropaban en su descanso nocturno. El tiempo parecía transcurrir a cámara lenta.

En un momento determinado, la plácida y casi dulzona quietud que lo llenaba todo se vio sajada por las notas nostálgicas de un saxofón que desgranaban lentamente una melodía de Matt Monroe: "Alguien cantó". Me quedé muy quieta, casi en suspenso, para escuchar al músico callejero que, apoyado indolentemente contra la esquina de un edificio, parecía tocar más bien para sí mismo, con pocas esperanzas ya a aquellas horas de recibir alguna retribución económica a cambio de su esfuerzo. La música rasgaba el velo negro de la noche, hendía el aire y se elevaba sobre los jardines que se entreveían a lo lejos, sobre las casas señoriales de la zona, cruzaba el cielo estrellado, aquella luna, arropaba la calma de la noche, casi acallaba el murmullo suavísimo del escaso tráfico nocturno ...

Fue algo mágico. La noche cálida, la pálida luna, los perfumados jardines, los clásicos y serenos edificios, envueltos en aquella música... Y yo allí, intentando aprehender con todas mis fuerzas aquel momento, cerrando los ojos para verlo y oírlo todo mejor, entregada en cuerpo y alma a la lentitud y abandono de aquellas notas... No me gusta el sonido de las trompetas, del saxo ni de ningún instrumento de viento, me producen una enorme tristeza y melancolía. Ni siquiera me gusta Matt Monroe. Pero aquel saxo de voz rota y aquella lenta melodía se elevaban como apenas el único signo de vida en la noche londinense.Creo que hasta podía verse cómo las notas se iban materializando una a una en el aire formando una filigrana casi dramática que flotaba etéreamente en él. Y cuando dejaron de sonar, la calle y la noche quedaron como desnudas. Sin magia.




AVALON

40 comentarios:

MentesSueltas dijo...

PRIMERO..Hola, pasaba a saludar y dejar un cariño desde Buenos Aires.
MentesSueltas

txanba dijo...

tal vez una de las cosas que se quedan, y a muchos creo, es el final.
es además de poético una figura literaria hermosa.
" la calle y la noche quedaron como desnudas. sin magia" me gusta. besos y abrazos.

Calle Quimera dijo...

Un beso y un cariño también para ti desde España, Mentessueltas. Buen fin de semana.

Calle Quimera dijo...

E cierto, Txanba, los finales son el postre de cualquier texto, es el sabor que se queda en la boca tras leerlos. El de esta remembranza de aquellos momentos no podía ser distinto.. La calle dormitaba a esas horas, los escasos y suaves ruidos que había y el calorcillo reinante no hacían sino arrullar su sueño, y de repente aquel saxo de voz rota pareció sajar la noche, despertarla, dotarla de vida y vestirla de magia. Cuando calló todo pareció haber sido un sueño..Y la noche quedó de nuevo dormida y desnuda.

Un beso y un abrazo para ti, que también estás tocado por la magia.

IRR3V3RSIBL3 dijo...

lleno de magia... gran saludo....

Calle Quimera dijo...

De verdad que fue pura magia, irr3v3rsibl3... Aquella notas parecían tomar vida propia, independizarse del saxo y csi hacerse corpóreas en la quietud de la noche.

Un abrazo, gracias por tu presencia en esta calle.

G.Ruiz dijo...

El post precioso tan solo de leer como la musica puede cautivarnos y envolvernos y la melodia que colocasta le da un toque magico, saludos

Cuto dijo...

Gracias por tu comentario... dices que el tiempo todo lo cura... pero y si no fuera así???

Gracias otra vez...

Besos

Calle Quimera dijo...

Siempre es así, Ignatius, aunque parezca mentira cuando todo está reciente. Un buen día te levantas echando algo de menos... el dolor. Pasa a ser solo una sensación agridulce..Más agri que dulce, pero ya no es dolor. Las sombras del pasado dejan de proyectarse con la misma intensidad y longitud de antes... Otro día te das cuenta de que el pensamiento lo ocupan otras cosas, no ya solo la presencia de la otra persona... Y otro día te das cuenta de que la herida ha cicatrizado; es verdad que con los cambios de tiempo hay veces que molestan un poco, pero cicatrizan. Y con un poquito de suerte llega el día en que la cicatriz desaparece del todo, como si nunca hubiese estado ahí... Créeme..

Pero para eso hay que poner esfuerzo y ganas. Si nos empeñamos en seguir negando que la realidad es que se ha producido un punto y final, si nos encerramos dentro de ese punto y nos acurrucamos en él en posición fetal sin hacer esfuerzos por salir, está claro que nunca saldremos. Hay que ser conscientes de que terminó una etapa de la vida, PERO NO LA VIDA, y que ésta sigue esperando que nos movamos en dirección a ella. Hay que moverse, salir, dejar que el entorno nos absorba, conocer gente... Cuestión de pura supervivencia. Pero lo principal es que uno lo tenga claro, que e proponga firmemente salir de eso. Si no, el doctor Tiempo se queda sin útiles para trabajar.

Un beso, Ignatius, y mucho ánimo.Créeme que menos de la fosa, de todo se sale. Y bien, si uno pone empeño..

Calle Quimera dijo...

Esa canción fue la que escuché con el saxo, GRuiz, pero te aseguro que en aquel saxo cascado sonaba mucho más hermosa que la canción original. De verdad que fue una experiencia mágica, inenarrable. Ls plabras son pobres para recoger aquello..

Un besote.

Alberto López Cordero dijo...

El saxo siempre tuvo ese sonido seductor que a todo el mundo le viene al recordar grandes clásicos del cine negro americano de los 50 y 60.Hay un tema de Mike Oldfield en el que la vocalista es Bonnie Tyler que se titula "Islands", en el cual el saxo digamos que juega un papel muy especial y que sin ese instrumento, seguro que no sería tan grande.Saludos.

Stephanie Stoopen dijo...

A mi el saxo siempre me ha gustado, es melancólico y sensual y siempre lo relaciono a la noche y las luces pálidas de la calle y a un buen whisky. Me recuerda mucho a Rayuela.

Pásaba por aqui y el nombre me cautivó. Felicidades y estaré visitándote. Espero que tu también me visites en : coloresysombras.blogspot.com

SCD dijo...

El saxo, majestuoso instrumento, algun dia talvez publique una historia referente a la relación que tenemos el Saxo y yo.
Hermoso post... ¡como siempre!
Saludos amiga Avalon!!!!!
PD: No, aun no me a regresado el internet, estoy visitando colegas :-D

Freddy Murphy dijo...

Avalon
La leer la historia, me imagino que lo que te cautivó, no fue la correcta melodía que emitió el instrumento; si no, de alguna manera lograste palpar el espíritu con que le músico la reprodujo. Extraordinaria experiencia, se necesita un apasionado buen músico y un apasionado buen oído para vivirla, tu has unido las dos. ¡Fantastico!

AnaR dijo...

A mi si me gusta la música del saxofón ,me parece tan intimista , tan vertiginosamente romántica que muchas veces escribo bajo sus notas. Sin embargo, hoy, entre tus letras, evocadoras y entrañablemente nostálgicas si sonaban unas notas cuya emotividad ha traspasado la piel.

Gracias .

Un abrazo

Joako Voskovany dijo...

A mi me pasa lo mismo cuando las noches se cubren de notas de acordeón. Ese sonido cambia el color de las sombras y te envuelve en la calidez de sus bajos.
No se si será el viento, que insufla vida alos instrumentos.

Pasaba por aquí, es un placer leerte. Saludos.

Gerardo Omaña Márquez dijo...

Hundo mis manos en el fondo AZUL de tus letras y me pierdo buscando adolorido.

Recorro el abismo flotando en sensaciones y tu angustia me llega florecida;
te detecto y mi nervio enloquecido te abraza y te bendice felíz de haberte hallado.

Ahora estamos de nuevo en el lugar preciso mirandonos los ojos.
Seco tu llanto, y me abrazas diciendo: Por que me vuelves del olvido?
-Porque tu estás en mi aunque no quieras y yo estaré en ti hasta que muera.

Recibe un beso en tu alma.

Calle Quimera dijo...

El tema que dices lo conocía, Alberto, Mike Olfield es uno de mis compositores favoritos... Y efectivamente, el saxo juega ahí un papel fundamental. Como la impresión que me ha dado es que te gusta este tema y hay unos momentos en que el saxo eleva su voz por encima de cuanto le rodea, como aquella noche en Londres, he colgado el vídeo en el post. Es para ti.

Un besote.

Calle Quimera dijo...

Es cierto, Stéphanie, el saxo es melancólico, sensual, remite a noches de luna, de local lleno de humo y de whisky, incluso a buena música de jazz, pero yo no puedo evitar sentir una enorme tristeza cuando lo oigo. La única vez en mi vida que he disfrutado realmente de este instrumento ha sido aquella noche. Y no sabría decirte por qué me produce sesa sensaciones.. Misterios de la mente humana, supongo.

Bienvenida a esta calle siempre que quieras, y por supuesto que darmeos una vueltecita para conocer la tuya. Un beso, y gracias por la visita.

Calle Quimera dijo...

SCD, ¿para cuándo ese post sobre la relación entre el saxo y tú? Estoy deseando leerlo, y como ya lo has anticipado ahora no te queda más remedio que satisfacer la curiosidad de la prima curiosa que llevo dentro..je..

Pobrecito mío, qué faena lo de internet... Así que andas en un cyber, ¿no? Eres un cielo, no te olvidas de los amigos.. Un besote tamaño catedral nada más que por eso. Por cierto, hoy pienso probar tu receta de guacamol.. ;-)

Calle Quimera dijo...

Aciertas de pleno, Freddy... No, no fue la interpretación más o menos de la melodía lo que me cautivó (esa es la palabra, la que has empleado: "cautivar"). Ni me gusta ese instrumento, como he dicho, y menos aún la canción. Era el momento en que esas notas se elevaban como único signo de vida aparente en la calle, la manera en que rompía el hálito de calorcillo y suave oscuridad, de tenue silencio y adormecimiento que envolvía a ésta como una especie de protectora placenta imaginaria, era la manera en que aquel músico tocaba, apoyado indolentemente contra la esquina...Lo hacía como para sí mismo; como decía en el post apenas transitaba ya nadie por las calles, y el saxofonista solo tocaba para sí. Era como asistir a ese acto de amor que se produce entre el músico y su instrumento cuando están a solas, cuando el instrumento solo habla para su dueño respondiendo a las íntimas caricias de éste.

Como te digo, fue el momento... El saxo no me gusta, además estaba viejo y cascado, la canción no me gusta... Pero fue uno de los mmentos musicales más hermosos que he vivido. Quizás el que más.

Un besote, Freddy. Y acertabas también en tu apreciación de que aquel saxofonista era apasionado.. No muy buen músico, pero sí ponía el alma en el instrumento. Y yo en mi oído y el resto de los sentidos al escucharlo.

Calle Quimera dijo...

Ana R, pero no puedo evitar que la melancolía y la nostalgia se apoderen de mí cuando lo oigo. Es hermoso lo que me dices..Las líneas de mi artículo estaba bañadas en la emoción que me produjo escuchar esas notas; han pasado años desde aquel momento, y no se han borrado de mi memoria ni la magia de quellos instantes ni su emotividad.Es hermoso haber podido transmitirlo, al menos en prte, que os hy llegado.

Un beso.

Calle Quimera dijo...

El acordeón es otro de los instrumentos que me producen melancolía, Kaekum, y quizás sea por lo que dices: que el viento les insufla vida y cuando la melodía es triste no puede evitar contagiarme su vívida tristeza. De todas formas, el universo de las connotaciones es tan complejo y subjetivo...

Gracias por tu visita a esta calle, bienvenido siempre que te aptezca pasear por ella. Un abrazo.

Calle Quimera dijo...

Preciosos tus versos, Gerardo, me alegra verte de nuevo.Un beso.

yraya dijo...

Hay momentos en la vida, que son mágicos, como ese MOMENTO tuyo. Un post genial.
Saludos, feliz domingo

Miguel Schweiz dijo...

El saxo... es cierto lo que dices Quimera, suele tener ese sonido desgarrador. El saxo se me antoja ciudad, ventanas apagadas y noche ronca...

Una descripción y una sensación exquisitamente expresada.

(Me gusta la música de fondo) :)

Besos

Recomenzar dijo...

Tu blog es arte musica amor me encanta, me transporta
Mucha

Stephanie Stoopen dijo...

tienes razón es triste y un poco oscuro.

saludos

Anónimo dijo...

Me ha encantado entrar en tu blog. Respira encanto y magia. Volveré. Un beso.

María Narro dijo...

A mí sí me gusta el sonido del saxo y el de la trompeta, son mágicos, tú lo has dicho. Aunque para ti su sonido te inundó de magia sólo aquella noche.
Cierto que su sonido es desgarrador, a veces el llanto de la noche, pero es demasiado bello.

Lo has transmitido muy bien. Un beso.

((voy a escucharlo de nuevo))

Misántropo dijo...

Imagino que al menos una monedilla le darías al colega ¿no?

Pues para no gustarte el saxo, has captado de manera inmejorable la magia de aquel momento. Los instrumentos de caña son los más afines a la voz; por eso pueden resultar desgarradores, porque cantan casi como los humanos.

Guardo en la memoria algún que otro momento mágico como el que cuentas. Y éste lo incluyo en el arca.

Besitos. Nada contagiosos.

Calle Quimera dijo...

Jajajaja..Por supuesto que sí, Misántropo, claro que desposité monedas en su gorra, todas las que llevaba- Pero por más que le hubiese dado nunca habría podido pagarle aquellos instantes. Es la única vez en mi vida que me ha gustado el sonido de un saxo, y eso que estaba cascadillo... Creo que ese en concreto me pasaría la vida oyéndolo, pero en aquel entorno, a aquellas horas. Fue como un jirón en la noche. Y puesto que has vivido instantes similares, puedes entenderme perfectamente.

¿Y para cuando publicas ese momento mágico tuyo? En el arca no hace nada...

Aceptaría esos besos aunque fuesen contagiosos. Te los cambio por los míos.

Calle Quimera dijo...

Ya lo creo que fue mágico, Yraya. Lo que ocurre es que las palabras siempre son pobres para expresar instantes como esos. Solo pueden sentirse, la palabra es una mala copia de esos sentimientos.

Un besote.

Calle Quimera dijo...

Qué bonito lo dices, Miguel... A mí me connota todo eso, y además garitos de jazz, copas, humo, tristeza flotando en el ambiente mezclada con las volutas de humo... Me produce una melancolía inexplicable.

Me alegro de que te guste esa melodía, es un tema de Wim Merten llamado the fosse.

Un besote.

Calle Quimera dijo...

Eso procuramos, Mucha, que haya música y amor, lo del arte también se intenta en la medida de nuestras capacidades. Gracias por estar ahí y por tus palabras siempre animosas, un besote.

Calle Quimera dijo...

Es la sensación que me produce, Stéphanie, pero claro, es algo subjetivo. Los instrumentos hablan, y me temo que a cada quien le dicen una cosa distinta.

Un beso, me alegra verte de nuevo or aquí.

Calle Quimera dijo...

Gracias por tu visita y por tus palabras, Malena. Procuramos que haya magia en esta calle, ese es un elemento que a mi compañero de blog y a mí nos parece fundamental.

Un beso.

Calle Quimera dijo...

Sí que son mágicos el sonido de la trompeta y del saxo, María, llenos de matices.. Debe de ser por lo que decía Misántropo, que son los instrumentos más afines a la voz humana, y cuando lloran la noche, como dices (qué bonito te ha quedao, por cierto) es como oír llorar a una persona, con el mismo desgarro y la misma pena.

En fion,misterios de la psique humana eso de que a mí me llene de nostalgia y tristeza...

besotes, guapa.

El perro andaluz dijo...

Como pediste que te acompañen hasta Londres, lo hice. No pensé que me quedaría atrapado en esa noche bajo el influjo de las feéricas melodías que describes.
Buscaré la manera de volver...
Un gran beso.

Calle Quimera dijo...

Con lo que me gusta a mí Londres.. Quédate un ratito más, Allan, nos vamos a un pub y nos tomamos un par de pintas de buenas cervezas... Quizás tengamos suerte y volvamos a oír al saxofonista...

Un besote grande. Siempre es un verdadero placer deambular contigo por esta calle.