lunes, 23 de noviembre de 2009

UN AÑO MÁS

Un año más florecen en tu calle, para ti, estas rosas de Siria, tus rosas, las que tantas veces han escuchado mudamente tus miedos y tus esperanzas. A cada una de las flores que se abren las ha madurado la certeza, y todas desprenden olor a confianza, a serenidad. A más esperanza... Y a cariño.


AVALON Y ETINARCADIA

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA SOMBRA DE LA LUZ




Las tres y cuarto de la madrugada, mi otro cuerpo me abandona decidido y se encamina hacia calle Quimera. Él no lo sabe pero le he descubierto, y con todo disimulo.... me he convertido en su sombra. Después de dar un pequeño rodeo y saludar a todo el que encontramos por el camino inacabado nuestros pies nos llevan, cómo no, a la Taberna del Irlandés.

Cosa extraña, el Irlandés está solo y callado, como el local. Únicamente la mesa más escondida parece ocupada, es la mesa de la Esperanza dormida. Pero no, hay otra más, en absoluta penumbra, frente a la que se recorta una silueta en apariencia masculina.

- Qué pasa, Irlandés, ¿cómo llevas la noche?

- Diferente, Etinarcadia ... Diferente.

-Te noto taciturno... Venga, pon dos copas de lo que tú sabes y así nos espabilamos, ¿hace?

- Hace, pero porque eres tú. Es que en esa mesa.....

- Ya veo, tienes un cliente algo solitario, como todos los que habitualmente recalamos en tu taberna, ¿no?

- Sí, pero es que este nunca había venido por aquí, y la verdad es que tampoco lo esperaba.

-Bueno, ¿me cuentas o qué?

-Lo vi entrar con la cabeza escondida, como el que quiere pasar sin llamar. Se acercó a la barra y después de saludar cordialmente me pidió una copa de esa bebida que solo aquí se sirve. No me dio tiempo a responder su demanda...."Las noticias llegan a todas partes, incluso allí de donde vengo, y te aseguro que mi alma está muy necesitada de ese licor", me dijo. Sin dudarlo y agitado por una inquietud que nunca antes había sentido le serví de la botella que tú sabes. Le encaminé dos copas, no me preguntes por qué.

El tabernero volvió a quedar en silencio, sumido en sus propios pensamientos.

- Ya que estamos ponme otra, Irlandés... y no pares de hablar, cuenta- le urgí, impaciente.

- Después de acabar con los dos servicios tomó dos más, a lo cual no me negué a sabiendas de que no es lo aconsejable. Y después de encenderse un pitillo a lo Bogart empezó a contarme......

-No fastides, Irlandés, que me tienes en ascuas.... Cuenta. ¡Y sirve!

-Bueno, lo primero que me dijo fue su nombre...........

- ¿Y...?

- “Hacedor de Luz”, me dijo.

- ¡¡Venga yaaaaaaaaaaaaaaa....!!! ¡¡¡¡Luzbel en la taberna...!!!!

- Si te digo la verdad me fijé más en sus ojos que en el nombre que pronunciaba. Estaba jodido, Etinarcadia, de verdad. La bebida hizo efecto y empezó a hablar....

- Por Dios... Bueno, o por el Diablo, no te calles, esta noche parece que haya que sacarte cada palabra con sacacorchos.....

- "Cansado, realmente agotado me encuentro”, me dijo.... “ Me ha sido encomendada una misión divina: poner trabas a los humanos para que ellos las superen por sí mismos y así avanzar en el camino de la verdad. La libertad, vuestro principal rasgo identitario, necesita de ésta, y de la existencia de opciones que posibiliten la libre elección. Pero tabernero, me veo desbordado por la malicia e ignorancia de tu especie. Es como si no quisieran verse en el espejo de su corazón. El humano ha llegado a su límite... no cabe más mal. Ese, el mal, el que lleváis dentro, el que elegís hacer, ese es el verdadero Diablo al que tanto teméis, no yo. Yo solo soy Luzbel, condenado a ser el antagonista eterno, la sombra de la luz. Nunca fui el enemigo que los hombres han querido hacer de mí, me han hecho cargar con una cruz que en realidad es la suya propia, y me han crucificado en ella, como a Cristo. No deja de tener gracia la paradoja, ¿verdad...? Como a Cristo.... Crucifican todo lo que no entienden, todo lo que no quieren oír... Su esfuerzo y el mío han sido en vano. Eones luchando por un ideal para nada. Mañana lo intentaré de nuevo, pero ahora ponme otra copa, por favor".

No supe muy bien qué responder a eso, ni al silencio del Irlandés. Miré la solitaria figura que se encorvaba ante la mesa en penumbras...

- Pon a enfriar otra botella, que a esa invito yo. Voy a sentarme con él, yo sí quiero oír...