lunes, 28 de enero de 2008

LOS "OTROS" GENIOS: EL SÍNDROME “SAVANT”


Leslie Lemke es una persona minusválida y ciega, pero al mismo tiempo es un virtuoso del piano, aunque nunca ha recibido clases. A los 14 años de edad fue capaz de tocar el Concierto Nº 1 de Tchaikovsky, después de haberlo oído unas pocas horas antes en la televisión. Es capaz de tocar de memoria miles de piezas para piano, e incluso improvisa las propias.


Richard Wawro es un artista de renombre mundial. Es autista y vive en Escocia. Sus pinturas están en museos y diversas colecciones. Según los expertos "pinta con la precisión de un mecánico, pero con la visión de un poeta". Sus habilidades las demostró desde los primeros años de vida.










Kim Peek, es autista y una enciclopedia ambulante. Ha memorizado más de 7.660 libros, puede decir de corrido todas las carreteras de cada ciudad, pueblo y condado de EE.UU., así como sus códigos telefónicos y postales, las emisoras de televisión, y las redes de teléfono de que disponen. Si uno le dice la fecha de su nacimiento, rápidamente calcula en qué día de la semana se produjo. Puede identificar cualquier pieza musical clásica, con la fecha en que se estrenó, la fecha de nacimiento y muerte del compositor. Sin embargo, no se puede valer por sí mismo y depende de sus padres para las más básicas necesidades diarias. En él se inspiró el director de la película "Rain Man", para el papel que interpretó el actor Dustin Hoffman.




Stephen Wiltshire, posee una increíble memoria fotográfica que le permite reproducir fielmente un monumento con sólo haberlo visto durante unos segundos o dibujar una ciudad habiéndola visto desde el aire sólo una vez.






















Alonso Clemonts sólo se podía comunicar a través de sus esculturas. Podía ver por segundos la imagen de un animal en la pantalla de la televisión y la modelaba en menos de 20 minutos, con sus proporciones perfectas y con los detalles de cada músculo y de cada pelo.

















Todas estas personas padecen el síndrome de Savant. Quienes lo sufren presentan retraso mental o autismo en diversos grados, pero poseen una sobresaliente habilidad en un área que les hace especiales. Estos individuos destacan por su capacidad de cálculo extraordinaria, su memoria fotográfica, pueden ser músicos virtuosos que reproducen fielmente una pieza musical con tan sólo escucharla una vez o pintores deslumbrantes que son capaces de reproducir un monumento con tan sólo verlo unos segundos. Es decir, rozan la genialidad en un área determinada, pero en sus capacidades sociales, cognitivas e intelectuales presentan un desarrollo que se considera deficiente. El Savant aparece en uno de cada 10 autistas y en uno de cada 2.000 individuos que tienen dañado el cerebro o padecen retraso mental.

Estas habilidades suelen ser congénitas, pero pueden aparecer de forma repentina en personas que padecen ciertas forma de demencia, y las últimas investigaciones al respecto llevan a pensar a los expertos en la posibilidad de que algunos aspectos de estas genialidades estén latentes o adormecidos en todos nosotros.

Las destrezas de los savant van vinculadas a una notable memoria profunda basada en la recitación habitual, pero con poca comprensión de los que están diciendo. Aunque comparten capacidades, incluida la memoria, el grado de habilidad de los savants varía mucho de unos a otros. Los “savants expertos en minucias” tienen cierta facilidad para la memorización de resultados deportivos o números de matrículas. Los “talentos” poseen dones musicales o artísticos muy superiores los que cabe esperar en personas con tales minusvalías. Y las destrezas de los “savants prodigiosos”, individuos muy fuera de lo común, destacarían aun cuando se diesen en alguien normal.

La clave parece estar en la neuroquímica cerebral; por lo visto estas personas producen un tipo de aminoácidos y otras sustancias en proporción distinta a la de los que nos consideramos normales. Las emiten en demasía en lo que atañe a esas capacidades artísticas, numéricas, etc, y en menor cantidad en lo relativo a habilidades cognitivas. El Savant es un sistema de compensación que no se produce en todas las personas que presentan deficiencias, pero que en algunas se traduce en habilidades muchas veces fuera del alcance de los genios "normales", y por supuesto de la gente de a pie. Desde ese punto de vista, son superdotados. Lo cierto es que si ajustamos a estos individuos a los parámetros de lo que entendemos por "normalidad" están por debajo de las líneas límites, puesto que no son capaces de desarrollar las mismas habilidades que la mayoría de nosotros. Pero desde luego, nos superan muy ampliamente en otras. Y es que la discapacidad está solo en los ojos de quien mira...

miércoles, 23 de enero de 2008

CARTA ABIERTA




Hoy, aproximadamente a estas horas, hace un año que se abrió esta Calle. Cuando comenzó a rondarnos la idea de iniciar un blog, el proyecto surgió al principio con muchas reservas. Las dudas típicas, seguramente... Hay tantos y tan buenos blogs, tanto maestro artesano de la palabra, tantos blogueros inteligentes, originales, chispeantes... ¿Y si después de embarcarnos en esta aventura no tenemos la suficiente constancia para mantener un medio de expresión de este tipo, que te exige un aporte de una periodicidad casi diaria? ¿Y si al final requiriese más tiempo del que nos permiten disponer nuestras obligaciones laborales y familiares? ¿Interesará a alguien lo que queremos expresar? Porque nosotros no tenemos una temática ni un objetivo definidos, como sucede en otros blogs. En realidad, somos conscientes de que a veces escribimos más para nosotros mismos que para un público. Incluso en ocasiones, diálogos entre ambos, coscorrones bienintencionados de uno a otro...

Experimentamos con la palabra, la usamos como laboratorio en que ensayar con intangilibilidades, ensoñaciones, con los sentimientos, los propios o los universales y comunes a todos, para dar aliento vital a unos personajes... Es un fluctuar entre realidades y sueños, un movernos en la brumosa frontera que hay entre las unas y los otros, en esa especie de tierra de nadie donde nada es cierto y todo es posible, sin más ancla esporádica al mundo de ladrillo que la música y algunos temas de carácter social.

Y también un intento de abrir una ventana al alma por donde puedan escapar, tomar cuerpo, los anhelos, miedos, dudas, sueños, nuestras utopías, nuestra revolución personal. Es curioso lo que supone escribir... Damos rienda suelta a miles de ideas que están escondidas en nuestro subconsciente o agazapadas en los recovecos más escondidos del cerebro, del pensamiento, formando figuras tan amorfas, tan silenciosas, que no somos capaces de reconocerlas ni de oír sus voces. Y resulta que un buen día escribes algo, y de repente esos pensamientos dejan de ser siluetas amorfas, comienzan a tomar forma determinada, y a hablar alto y claro. Y confías en que espigando entre lo que vas escribiendo vayan surgiendo algunas respuestas. La verdad no está ahí fuera, como se afirmaba en aquella famosa serie, sino aquí dentro, dentro de cada uno de nosotros. Y siempre queda la esperanza de que a base de remover con la palabra salga algo a flote.

Calle Quimera empezó siendo una calle estrechita, oscura, mal iluminada, por la que transitaban pocas personas. Más bien una calle en obras... Una calle que últimamente hemos estado a punto de clausurar un par de veces por diversas causas, en alguna ocasión por motivos personales de Avalon, en otras por "baches" de Etinarcadia. Pero siguió abierta, por una parte gracias a algunos comentaristas que animaron cariñosamente al valenciano a seguir, y por otra porque sin él esto no sería Calle Quimera. Sería otro blog, pero desde luego no Calle Quimera. Le faltaría el hálito vital.

Poco a poco, esta callecita ha ido cambiando. Hemos pintado ya las fachadas dos veces, cada una de ellas de un color más claro y luminoso, y llenamos las paredes de carteles, carteles que conforman la historia de los dos componentes de esta calle. En ellos estamos nosotros, la forma en que nos conocimos, los azahares que tanto nos gustan y que unen nuestras dos ciudades, nuestra música, los temas sociales y personales que nos interesan y preocupan, entre ellos nuestra particular revolución, esa que todos tenemos pendiente de una u otra manera y que tiene mil facetas. A Etinarcadia le hubiera gustado poder poner su granito de arena para cambiar el mundo... Una gran revolución que consiguiera terminar con las lacras que azotan a la Humanidad tendría que empezar por la propia revolución, la personal, la del individuo. Al fin y al cabo la sociedad como tal es un ente abstracto, está formada por un conjunto de seres humanos. Si uno a uno evolucionásemos hasta demostrarnos que no es necesario fagocitarnos entre nosotros para subsistir...

Seguramente alcanzar la revolución que cada uno tiene en mente es una quimera más, pero si no lo intentásemos ni nosotros seríamos nosotros ni esto sería Calle Quimera.

Queremos daros las gracias a todos los que habéis paseado por esta calle y la habéis llenado de bullicio y de vida con vuestras conversaciones.




AVALON Y ETINARCADIA

domingo, 20 de enero de 2008

EL ESTANQUE

Se va diluyendo la tarde entre las primeras sombras nocturnas. Una niebla blanquigris amortaja la ciudad; los edificios se desvanecen, las personas -figuras casi fantasmales, ingrávidas- parecen flotar en el aire, a cámara lenta. Contornos difusos, confusos, como soñados... Hoy me siento extraño, infinitamente cansado, hasta el punto de percibir más densas las tinieblas de mi interior que las de afuera.

Acaba el día, y mi único pensamiento es desconectar el cerebro y dormir, descansar profundamente y no despertar durante días, meses... Mis pasos, erráticos, me alejan casi sin darme cuenta de cualquier dirección, de las últimas sombras de la tarde, adentrándome en el manto negro de la noche, en calle Quimera. Allí la niebla es menos densa que en el centro de la ciudad, apenas jirones que manchan el negro que cubre ya el cielo desde hace algunas horas y pintan con sus dedos grises los edificios, las aceras. Casi nadie transita por ellas a esas horas; la calle dormita, y los sonidos, ya escasos y suaves, no hacen sino arrullar su sueño.

Asomadas a una ventana, Soledad y Melancolía me sonríen, en una muda invitación a entrar en su casa, como tantas otras veces. Por unos instantes siento la tentación de aceptar, traspasar el umbral y abandonarme de nuevo entre sus fríos brazos, permitir que sus labios gélidos me besen, robándome el calor de los míos. Pero en esos momentos un saxo de voz rota parece sajar la noche. Es el hombre blues, que, apoyado indolentemente en una esquina, deja hablar a su instrumento improvisando unas notas.

Me paro a escuchar, prendido de esos acordes que se elevan hacia el cielo en una escala musical por la que quisiera ascender hasta llegar a las estrellas y encontrar a esa que tiene la respuesta, pero que no deja de jugar al escondite. La música despierta a la noche, la dota de vida y la viste de magia. Cuando calla, todo parece haber sido un sueño. Y la noche queda de nuevo dormida y desnuda.

Ya no deseo aceptar la invitación de Soledad y de Melancolía. Hoy no... Con una leve sonrisa y un ligero gesto de la mano me despido de ambas, que, decepcionadas, me devuelven la sonrisa y el saludo, y continúo en mi caminar. Ahora son mis pies los que me guían, es como si tuvieran urgencia por dirigirse a algún lugar determinado.

Al pasar por delante de la taberna casi tropiezo con otro viejo conocido, Dolor, un habitual compañero de copas, sonriente e incitador, como siempre, que me hace gesto de entrar en el local. Pero no, hoy no quiero compartir mi soledad ni ir de bar en bar con él, como tantas otras veces, ahogando penas en vasos, bautizando el alcohol con lágrimas, esas que la Acunadora de Lágrimas, la que nos duerme la pena, no consiguió verter en el Mar de la Calma. Hoy no... Otro día será.

Mientras continúo caminando diviso a lo lejos las últimas casas de calle Quimera. Alejados de la luz de las farolas, amparados en las sombras que proyecta la fachada de la casa que pone fin a la calle, Nostalgia y Desamor se besan apasionadamente, sus manos recorren con urgencia sus respectivos cuerpos. Ni siquiera el sordo sonido de mis pasos sobre el adoquinado consigue que se sobresalten. Tan abstraídos están... Sé que ni siquiera me oirán, pero al pasar por su lado susurro bajito y con una sonrisa cómplice: "Buenas noches", apurando ya los últimos metros que me separan del campo abierto.

La niebla se ha ido despejando, y la noche está particularmente hermosa. La primavera toca ya a su fin. El aire, denso, trae en sus leves brazos el espeso perfume de las flores, acentuado por el incipiente calor que antecede al verano. Las estrellas guiñan pícaras en el cielo, como lejanas farolas queriendo iluminar la negrura reinante a esas horas, y entre la seda negra de la noche asoma una luna redondita y blanca, que se mira, curiosa, en el pálido azogue de las aguas de un enorme estanque engalanado de gráciles nenúfares, tranquilo, sereno, casi adormecido por el canto tibio de los grillos y la sonatina de las ranas.

La noche tiende su velo negro sobre las aguas, la luna deposita besos de plata en su plácida superficie, y las flores las envuelven en su perfume para hacer más sosegado su descanso.Un pequeño puentecito de madera se arquea de orilla a orilla, ese grácil puentecito de madera de todos los estanques de los libros de cuentos.

Y hacia allí me dirijo , hechizado por la serenidad que desprenden la noche calma, la luna blanca, el estanque dormido, embebecido de la fragancia nocturna, de la de la hierba y las flores, de la música que suena a esas horas en la campiña.

Crujen a mi paso las maderas del puentecito al cruzarlo. El cansancio del día y de las horas de caminata han hecho mella en mí, necesito descansar, y de alguna manera sé que he llegado al sitio adecuado. Me acomodo junto a la orilla, dejando la vista vagar por las plácidas aguas iluminadas por la luna, en las que también parecen flotar, junto a los nenúfares, mis pensamientos.

Y repentinamente, algo llama mi atención. La quieta superficie del estanque se agita levemente, y sus verdinosas aguas se rizan silueteando la figura yacente de una mujer que emerge del fondo poco a poco. Bella, de largos cabellos, hermoseada por un largo vestido de seda verde, parece dormir plácidamente flotando de forma irreal sobre las aguas, pero todavía cubierta por ellas. No sé bien por qué, pero la contemplo sin miedo.

- ¿Quién eres? -musito casi de forma mecánica. El sobresalto aparece al oír una voz femenina que resuena en mi mente.

- Mi nombre es Esperanza.

- Pero, ¿qué haces ahí dentro del estanque?- pregunto con el estupor aún reflejado en mi rostro.

- Vivo aquí.

Miro la yacente figura, el rostro plácido, aureolado de una paz infinita, y pienso que es el ser más bello que he visto en mi vida. Ni un músculo de aquella cara se mueve, ni los ojos se abren, pero siento que ella me mira y sonríe. Es la sonrisa más bonita del mundo, y me caldea el corazón. También quiere ser una sonrisa el rictus que tuerce mi boca cuando me asalta el irónico pensamiento de que esa mujer está como yo, siempre con el agua al cuello.

- Precisamente ahí es donde estoy siempre, bajo las aguas que parecen ahogar- dice ella, como respondiendo a mis pensamientos - Nadie que consiga verme perece en ellas.

- Nunca te había visto entre las aguas que me ahogan a mí.

- Nunca me habías buscado- sonrió Esperanza- Pero siempre estoy en ellas. Recuérdalo. Siempre.

De nuevo, la superficie comenzó a espumarse en torno la silueta de la mujer.

-¡No te vayas! Ahora no...

- Bésame- La voz femenina resonó en mi mente con lo que me pareció un cierto tono de urgencia. Por un segundo tuve miedo de hundir el rostro en el agua para responder a su petición, pero la duda solo duró una fracción de segundo. La besé, sorprendido de no sentir la menor sensación de asfixia, y de notar calidez en aquellos fríos labios.

- Ahora soy tuya. Ni tiempos ni distancias nos separarán ya. Cuando me necesites estaré a tu lado, no lo olvides.

La voz femenina se iba perdiendo en mi mente mientras el cuerpo se hundía poco a poco en el fondo del estanque. En escasos minutos, la superficie volvió a recuperar su aspecto espejado, sereno... En esos momentos, empecé a pensar que todo había sido producto de una especie de pesadilla, fruto probablemente del cansancio acumulado durante el día. En realidad, ni siquiera podría decir cuánto había durado todo aquello: segundos, horas... Sacudí la cabeza, confuso. ¿Por qué, entonces, si solo había sido una ensoñación, conservaba aún el calor de aquel beso y de aquella sonrisa, por qué no dejaban de flotar en mi mente las palabras de la dama? ¿Por qué tenía la extraña sensación de que ya no estaba solo, de que una presencia etérea, inconsistente pero tremendamente palpable se había instalado en mi interior?

Mi vista se desvió del estanque y se dirigió a la cercana ciudad. El cielo estaba también hermoso allí, había desaparecido toda traza de niebla. Era curioso.. Tampoco quedaban ya jirones de ella dentro de mí. Lanzando una última mirada a las quietas aguas me levanté, y mis pasos se encaminaron, ahora sí, a la taberna del Irlandés. Tal vez encontrara allí algún amigo con ganas de beber y reír. Quizás Avalon estuviera ya hablando con el buen tabernero convenciéndolo para que nos dejara probar su bebida secreta .Tal vez algunos de vosotros os dejéis caer por aquí, y es que en Calle Quimera todo es posible..............



ETINARCADIA Y AVALON

Está inusualmente bulliciosa esta noche la Taberna: risas, música, algazara... Es el cumpleaños de Raúl, y la cerveza corre con alegría de mano en mano. El Irlandés invita. Pero creemos que aún no lo sabe... :-) Bueno, vale, Etinarcadia y Avalon ponen los globos y la tarta, con sus 38 velitas. Valeee.... Y las chuletitas esas que tanto te gustan, Raúl. ¡¡Felicidades!!



miércoles, 16 de enero de 2008

MÁSCARA

Primero pides silencio para escuchar todo lo que no se habla.
Luego lo intencionas (te lo diré, te abrazaré, te amaré).
Ya te estás callando. Lo oigo.
El silencio es un pregonero, una melodía,
un ataque, una fanfarria,
un angel en una oreja y un diablo en la otra,
un suspiro, un desespero.
El silencio es un grito.
Ya te estás callando. Lo oigo.

ANTIFAZ



Silba el viento, y barre calles y almas cuarteadas y cenizosas.
Sumándose al silabario de oscuros sonidos de la noche,
el latido del reloj se confunde con los del corazón.

Tic tac..tic tac...

Sus sonidos se va apagando lentamente, y con ellos el corazón del Hombre;
droides en mis convulsos sueños gritan su muerte.
Humanos en movimiento frenético, mecánico,
encadenan su Libertad a la palabra vacía,
falaz y huero repique de campanas.
Ante una taza de café que oculta mis más callados pensamientos,
hoy colillas olvidadas, ayer ascendentes volutas de humo de ilusiones,
contemplo las metálicas estrellas que clavan
dolorosamente la noche a un ingrávido firmamento,
las gotas carmesíes que destila por sus heridas...
Entre cadenas rotas y máscaras de metal al fin quebradas,
tu imagen en un espejo me hace señas,
me anima a cruzar al otro lado.
Se hacen líquidas la noche, las paredes de la habitación...
Y cruzo.

Mi antifaz cae repentinamente al suelo, astillándose en mil pedazos,
y me reencuentro - te reencuentras - con el rostro que perdí.
La voz amaga en mi boca, pero tu dedo sellando mis labios
me pide silencio para escuchar todo aquello que carece de palabras.
Solo quieres ser nombrada en versos, hecha poema,

ahora mi lengua solo ha de servir para aprender tu cuerpo.
El único sonido que no parecería sacrílego en estos momentos en el aire
es la sinfonía que tocan los dedos sobre la piel.

¡...Shhhhhh...! susurras...


Ya te estás callando, ya oigo los polícromos sustantivos,
verbos y adjetivos del silencio,

e inflaman mis deseos más tiernos, y los más lúbricos.
El silencio es un pregonero, una melodía, un ataque,una fanfarria,
un ángel en una oreja y un diablo en la otra, un suspiro,
desespero del Alma. El silencio es un gritar, una llamada, un aviso.
Ya te estás callando, te oigo. Te siento en mí.
Y en este lado no hay droides sin corazón,
no hay humanos con máscaras de hierro.
Solo tu piel, mi piel, carne tibia.
Auspiciados por la cortesana negra, la noche,
que nos contempla cómplice con su único ojo blanco aquí,
en este lado, solo estamos tú, yo y nuestro silencio
danzando al son de nuestros besos, caricias de agua
que purifican mi cuerpo.


Aquí al otro lado...vino y rosas.

ETINARCADIA, AVALON Y ANTIFAZ

pinturas: Carlos Vico.

domingo, 13 de enero de 2008

QUIEN ALLÍ VIVE


Érase que se era un lugar en medio de ninguna parte donde quien allí vive pone, a voluntad, sol y luna en el cielo.

Parece una isla, pero seguramente no lo es. Sin embargo un mar calmo y eterno, turquesa, la rodea hasta más allá de donde la vista alcanza. Quiere el mar llegar, impaciente, a su cita con la orilla, pero antes medusas y algas peinan y rizan primorosamente en blanco sus dulces aguas cristalinas, transparentes. Las conchas las perfuman, iluminan con nácar su azul superficie, y sobre ella el sol deposita diminutos reflejos dorados que le arrebolan las mejillas.

Peinadas y acicaladas, acuden las olas presurosas al encuentro de infinitas playas blancas, casi atropellándose en alocada carrera, palpitantes, excitadas, recubiertas de húmedas gotas, ávidas de besar y lamer las arenas, de llegar hasta las palmeras que vigilan amorosamente su llegada. Palmeras gráciles y esbeltas que se yerguen orgullosas entre una intrincada y salvaje orgía de verdes, verdes exuberantes, de mil formas y texturas.

Quien allí vive es amigo del viento, y el viento le acaricia y le canta al oído, acompañándose de la música de las caracolas. Mientras, sentado, recostada la espalda indolentemente contra el tronco de un árbol, quien allí vive contempla a las olas amando a la playa.

Quien allí vive pinta con sus dedos inverosímiles atardeceres en el cielo, con corales y con colores que le traen las gaviotas en sus picos desde los más remotos confines del mundo.

Quien allí vive despliega con sus manos el manto de la noche cuando, tumbado sobre la fresca arena, sumido en sus más profundos pensamientos, desea ver las estrellas, buscando la que más brilla... O quizás sea precisamente la que en realidad busca sea la que menos luz desprende, y por eso no la encuentra nunca. En esos momentos hasta el viento calla, por respeto. Su hermana, la más dulce, la brisa, acude a acariciar alada, casi imperceptiblemente, a quien allí vive, cuya mirada permanece clavada en el negro firmamento. En la profunda e inquietante oscuridad del espacio solo rompen su vacío y estremecedor silencio, su silencio eterno e inmutable, el orbitar de astros y planetas. Su música acuna lentamente a quien allí vive; poco a poco va cerrando sus párpados, hasta sumirse en un profundo y reparador sueño. Las hojas de las palmeras lo abanican, las olas acompañan mansamente con la suya a la música de las estrellas, el viento le canta una nana, y la brisa retira con delicadeza una hojita de su pecho. Y , érase que se era, unos labios lo besan, retirando suavemente un mechón de su pelo que ha ido a caer sobre su frente. "Buenas noches."

jueves, 10 de enero de 2008

MEME: OCHO COSAS ANTES DE MORIR

























- Kim Bassinger (http://neiralameiga.blogspot.com/) nos ha pasado un meme, Etinarcadia. Ocho sueños que nos gustaría ver hechos realidad antes de morir.

- Joder, jamás me había planteado algo así.

- Esa lengua... Ni yo tampoco, pero siempre hay una primera vez para todo. De cualquier forma no sé si voy a llegar a los ocho deseos. El que tengo claro por ahora es que no me gustaría morirme sin ver que todas las personas a las que quiero han solucionado todos sus problemas y son razonablemente felices. Como todo el mundo, claro. ¿Y tú?

- Pues... me gustaría poder hablar con el Papa a solas, al menos dos o tres horas.

- ¿Con el Papa? ¿Y de qué?

- ¿No te he dicho que querría que fuera a solas? Precisamente para evitar cotillas como tú..je..

- Vale, vale.. ¡Esaborío! No, yo no tengo interés en hablar con nadie en concreto. Pero me acabas de recordar una de mis quimeras... Sí hay alguien con quien me gustaría tener una laaaarga conversación antes de morir: con Dios.

- Ya te vale... Como a mí me gustaría entrevistarme con el Papa, tú tienes que hacerlo con Dios. Con tal de quedar por encima...

- No, lo que me gustaría es que Dios me contase absolutamente todo cuanto ha ocurrido desde el Big Bang, desentrañar cada uno de los enigmas históricos. Que pasara ante mí como en una película, sucediéndose a velocidad de vértigo, la trayectoria de la humanidad desde sus principios hasta el último día de este planeta. Poder saberlo todo, comprenderlo todo.. ¡¡Uff!! Después de eso, ya podría morirme tranquila.

- Yo me conformaría con conocer la verdad sobre determinados temas, por ejemplo, si Dios existe, quién controla realmente el mundo... Y mil cosas más. Pero desde luego no me circunscribiría a este planeta; daría lo que fuera por poder contactar con seres de otros mundos, si es que existen, por viajar a las estrellas... Tú sabes la atracción que éstas ejercen sobre mí.

- Por Dios, qué vértigo, marcharse tan alto... ¿Y no te podrías conformar con un viajecito normal, xiquet? Yo apunto más abajo. Uno de mis deseos antes de morir sería irme a Escocia, pero no solo en estancia turística, sino quedarme a vivir allí siquiera por una temporada. Esa tierra me llama, es como si existiera un cordón umbilical entre ella y yo. Jamás he sentido en ningún sitio la paz y la serenidad de que disfruté allí.

- Ya ves, ese sería otro de mis deseos: estar en paz conmigo mismo.

- Lo sé...

- Y puestos a viajar, otro de mis sueños sería encontrar Sambhala.

- El paraíso perdido de los budistas, ese reino mítico habitado por sabios que estaría escondido entre montañas nevadas en algún lugar al norte de la India y el Tibet. Shangri - La...

- Sí.

- Es que tú te pones el listón bajito..je..

- Una antigua creencia budista dice que para llegar no es preciso contar con un mapa o guías avezados, sólo es necesario estar preparado íntimamente. Entonces, lo inefable aparecerá ante la vista en todo su esplendor. ¿Tú qué sabes?, a lo mejor algún día...

Pues espérate, que aún no te he hablado de otro viaje que querría hacer.


- ¿Cuál?

- Un viaje astral. Eso sí que sería una pasada... ¿Te imaginas?

- ¡Halaaaaaaaaaa...! Yo con Escocia tengo bastante, sería feliz si pudiese ir allí cuando me jubilase. Pero en carnecita y huesecito, eso sí, nada de viajes astrales. Lo que ocurre es que en mi familia nadie está por la labor. Y no sería capaz de coger el avión y dejarlos aquí... No podría; precisamente uno de mis deseos sería no marcharme de este mundo hasta ver a mis hijos bien situados en la vida, con parejas que los quisieran y que los hicieran felices, y alcanzar a ver al menos algún nieto.

- Toma, y yo a mis hijos. Daría lo que fuera por verlos sonreír, a ellos y a quienes quiero, pero con esa sonrisa que solo puede engendrar la verdadera alegría interior. Para cuando pudiese dejar mi profesión, lo que me gustaría es dedicarme a algo en lo que pudiese ayudar a los demás. Y cambiar el mundo de alguna manera.

- ¿Y a ti, qué es lo que te provocaría esa sonrisa? ¿Qué te haría feliz?

- Muchas cosas; una de ellas sería poder escribir un guión para una película, pero eligiendo yo los actores, el director.. Todo. Y otra sería tomarme algún día unas cervezas y unos vinos con sus correspondientes platitos de gambas con Raúl y con algunos blogueros más. No me gustaría morirme sin haberlo hecho.

- Estaré invitada, supongo.

- Ya veremos, que tú te enrollas y hablas mucho..je..

- ¡Esaborío! Bueno, falta un deseo, el que me dijiste el otro día por la mañana, el de las tres...

- ¡No serás capaz de reflejarlo en el post!

- Pues claro que sí, que luego dices que te censuro. Nada, yo lo incluyo.

- Soy el boss, así que cuestión zanjada. Ese deseo, eliminado.

- ¡Viva la democracia! Muy bien, muy bien, ya sé quién es el boss aquí. Pero la próxima vez que vuelvas a decir que te coarto...

- Abreviemos, tengo que ir a recoger a los niños. ¿Queda algún deseo más?

- No.. En realidad yo sí tengo uno, pero para después de morirme: poder asistir a mi funeral y ver las reacciones de los asistentes, pero introduciéndome en sus mentes, saber qué es lo que sienten en realidad..je...

- Qué macabra eres, xiqueta. Oye, ¿llevamos ya los ocho que se pedían en el meme?

- Ya he perdido la cuenta, quizás los hayamos sobrepasado. Y eso que al principio no se nos ocurría nada..je... Anda, ve a por los niños, tienes el tiempo justo.

- Ya parlarem. Un beso.

- Otro para ti.


Queremos agradecer a Kim que haya pensado en nosotros para participar en este juego, cuyas reglas son las siguientes:

1. Cada persona "nominada" ha de hacer un listado de 8 cosas que le gustaría hacer o ver antes de pasar a "criar malvas".
2. Hay que escribir esas 8 cosas en su blog junto con las reglas del juego.
3. Hay que seleccionar a 8 personas más, invitarlas a jugar y anotar sus nombres o el nombre de sus blogs.
4. Es importante no olvidar dejar un comentario en el blog desde donde nos invitaron a jugar.


Nosotros preferimos no nominar a nadie, aunque nos gustaría saber qué es lo que cada uno de vosotros desearía ver ralizado antes de morir. ¿Se anima alguien..?


ETINARCADIA Y AVALON

viernes, 4 de enero de 2008

EL CASTAÑERO


Hace unos días que la lluvia visita también estas tierras del sur, pero se retira pronto. Sobre mediodía las nubes se dispersan en busca de otros horizontes, dejan paso a un sol espléndido, y la temperatura diríase que es hasta cariñosa aun cuando el mercurio ha bajado sensiblemente estas últimas semanas. Una temperatura tan especial, agradable y dulce como sólo se da por estos pagos. Ayer decidí, pues, irme a dar un paseo por el centro. Al salir hacía un poco de fresco, pero enseguida empezó a dejarse sentir el calor del solecito. Una auténtica delicia... Rayos como dedos humanos, cálidos, tiernos, palpando con delicadeza la piel. Ciertamente era una sensación única.

Las calles del centro estaban muy concurridas. Aunque he de admitir que me fastidia el bullicio disfruto mucho vagando por ellas, llenándome la retina de los edificios de porte señorial que abundan por esta zona, de la luz especial que tiene mi ciudad, la transparencia del cielo después de estos días en que ha llovido, de tantos árboles, sobre todo naranjos, que jalonan el adoquinado, del colorido extraordinario y pintoresco que prestan los muchos tenderetes que alfombran las aceras, del ambientillo de las calles, que están animadas sin resultar agobiantes…

Inevitablemente, los músicos callejeros invaden casi cada trecho de las vías más comerciales. Ayer, unos indios ataviados con los trajes típicos de la parte norte del continente, con los tocados de plumas y toda la parafernalia, cantaban, bailaban y tocaban música. Sus instrumentos de viento y percusión despedían al aire melodías impresionantemente dulces, yo diría que espirituales. Unos metros más allá, un trío --dos hombres y una chica-- interpretaban música clásica en una esquina. Y al lado, un humeante puestecillo de castañas asadas, una de las estampas más invernales que existen. No hay palabras para describir lo que era aquello... El bulle-bulle de gente caminando más o menos presurosa, la música, el olorcillo de las castañas, el aire ya frío a últimas horas de la tarde rozándome la piel, el colorido de las baratijas que exponían sobre mantas los vendedores ambulantes... Me quedé allí un ratillo, impregnándome de toda aquella eclosión de vida. Eran los cinco sentidos en carne viva.

Pasadas las 9 las calles estaban ya casi vacías, una vez finalizado el horario comercial. Y de vuelta a casa asistí a una escena que me enterneció. Un chico muy joven tocaba un acordeón, sentado en el suelo, y a su lado una niña apenas crecida alargaba la mano sujetando una pandereta, esperando que la buena voluntad de los viandantes dejara en ella monedas suficientes para cenar aquella noche. Eran extranjeros. Mientras yo depositaba algún euro que otro en la improvisada bandeja, pasó por delante un castañero. Éste de repente se paró, les sonrió ampliamente y sin mediar palabra alguna, les regaló un cartuchito de castañas calentitas a cada uno. Reemprendió su camino y su figura fue menguando poco a poco, al tiempo que empujaba a paso lento, sin prisas, el carrito calle arriba.




Supongo que esas castañas caldearon el estómago de la jovencísima pareja, pero aún caldearon más mi corazón. Es el tipo de gesto, por lo espontáneo, por la sonrisa amabilísima en que su autor lo envolvió, que me hace creer que hay buena gente por el mundo. Seguramente esta anécdota es una nonada, ni siquiera merece la pena ser referida, pero a mí me llenó de ternura, y agitó en mi interior la confianza que quiero conservar, aunque a veces me cueste tanto trabajo, en la bondad intrínseca del ser humano.