lunes, 31 de diciembre de 2007

FELIZ AÑO NUEVO

PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO


.....Ríe ..........
Relájate
Perdona ........
Pide ayuda
Haz un favor
Delega tareas
Expresa lo tuyo
Rompe un hábito
Haz una caminata
Sal a correr.....
Pinta un cuadro. Sonríe a tu hijo
Permítete brillar. Mira fotos viejas
Lee un buen libro. Canta en la ducha ......... .
Escucha a un amigo. Acepta un cumplido
Ayuda a alguien. Cumple tus promesas
Termina un proyecto deseado
Sé niño otra vez. Escucha a la Naturaleza .....
Muestra tu felicidad. Escríbela en tu corazón con tinta indeleble......
Trátate como a un amigo. Permítete equivocarte
Haz un álbum familiar. Date un baño prolongado .....
Por hoy no te preocupes. Deja que alguien te ayude .....
Mira una flor con atención. Pierde un poco de tiempo
Apaga el televisor y habla. Escucha tu música preferida .....
Aprende algo que siempre deseaste
Llama a tus amigos por teléfono. Haz un pequeño cambio en tu vida..........
Haz una lista de cosas que haces bien. Ve a la biblioteca y escucha el silencio
Cierra los ojos e imagina las olas de la playa. Haz sentir bienvenido a alguien .....
Dile a las personas amadas cuanto las quieres
Dale un nombre a una estrella
Sabes que no estás solo
Piensa en lo que tienes
Hazte un regalo
Planifica un viaje
Respira profundo
Cultiva el amor


Cada uno de nosotros tiene su particular Calle Quimera, esa donde viven los anhelos confesados e inconfesados. Os deseamos que este año que está ya doblando la esquina transitéis por la vuestra con frecuencia, que os reencontréis al menos con 365 de esos habitantes, y que la mayoría de ellos os acompañen en vuestro camino de vuelta a casa.

Feliz año para todos.



AVALON Y ETINARCADIA

jueves, 27 de diciembre de 2007

EN SILENCIO


Dímelo con tus labios,
que me besen, que me lean,
dime con ellos lo que sientes, pero no hables...
Dame tu silencio, entrégate, date a mí
cuéntame de ti,
quémame en tu fuego, pero ¡cuidado!,
tengo sed de frescor... Agua, humedad...
Abrázame, pero no me acaricies,
que la suavidad me hace daño.
El amor me duele , siempre enemigo,
es un extraño que miente, cazador furtivo,
intervalos de dolor y llanto.
Ámame, pero en otro lugar, otro tiempo...
Bésame, pero no hables,
que tus labios me llenan.......

…… Mis labios te lo dirán con besos,
te leerán y te hablarán en silencio,
sin palabras, solo con su roce, con su aliento...
Con su caricia suave sabrás lo que siento.
Depositarán en los tuyos mi esencia, mi ser entero,
a través de ellos me entregaré a ti, como es tu deseo,
siempre en silencio.
Como volcanes derramarán fuego,
como lagos te sumergiré en ellos...
Serán manantial de agua, de vida,
donde arderá tu dolor hasta quedar solo cenizas...
Te abrazaré, y no habrá caricias,
solo rozará tu piel la brisa,
la de mi respiración sobre tu cuerpo.
Te amaré, y será en otro lugar, en otro tiempo,
te besaré mis sentimientos,
todo te lo dirán mis labios al abrazar los tuyos,
pero en silencio...
Siempre en silencio.


ETINARCADIA Y AVALON

viernes, 21 de diciembre de 2007

UN CUENTO DE NAVIDAD

Había una vez, en un pequeño pueblo, un viejo cura párroco famoso y respetado por su sabiduría y su bondad.

Su parroquia se mantenía casi ignorada y oscura durante todo el año. Sin embargo cada vez que se acercaba la Navidad la calle entera de la iglesia parecía adquirir luz propia. Es verdad que el desproporcionado árbol de Navidad que el anciano armaba en el ciprés de la vereda, frente a la iglesia, irradiaba un brillo incomparable, pero no era sólo eso. Cada ladrillo del frente del viejo edificio parecía iluminarse desde adentro y alumbrar la que hasta unas horas antes era una de las calles más oscuras del barrio. Desde la otra punta del pueblo se veía la luminosidad que parecía expandirse desde la vieja parroquia elevándose en el cielo.

Quizá por eso, quizá por la nobleza del viejo cura, hombre puro de alma y espíritu, quizá por la suma de todas las cosas, la Navidad traía al pueblo un hecho que para muchos representaba su milagro navideño. Cada año, para estas fechas, todos lo que tenían un deseo insatisfecho, una herida en el alma o la imperiosa necesidad de algo importante que no habían podido lograr iban a ver al viejo cura. Él se reunía con ellos, los escuchaba, y los convocaba para que prepararan su corazón para un milagro antes de las doce de la noche del veinticuatro de diciembre.

Cuando el día esperado llegaba y todos estaban reunidos frente a la parroquia, el cura encendía todavía algunas velas más alrededor del árbol, y luego recitaba una oración en voz muy baja, como si fuera para él mismo.

Dicen que a Dios le gustaban tanto las palabras que decía, que le fascinaba tanto aquel árbol de Navidad iluminado de esa manera, que disfrutaba tanto de esa reunión cada Nochebuena... que no podía resistir las peticiones del cura y concedía los deseos de las personas que ahí estaban, aliviaba sus heridas y satisfacía sus necesidades.

Cuando el anciano murió y se acercaron las navidades, la gente se dio cuenta de que nadie podría reemplazar a su querido párroco. Llegado diciembre, sin embargo, decidieron de todas maneras armar el árbol de Navidad frente a la parroquia e iluminarla como lo hacía en vida el sacerdote.Y esa Nochebuena, siguiendo la tradición que el cura había instituido, todos los que tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunieron en la vereda y encendieron velas como habían aprendido del viejo párroco...

Se hizo un silencio. Como nadie sabía lo que el anciano decía cuando el árbol se iluminaba por completo empezaron a cantar una canción, recitaron unos salmos, y al final se miraron a los ojos compartiendo en voz alta sus dolores, alegrías y temores en ese mismo lugar, alrededor del árbol. Y dicen que Dios disfrutó tanto de esa gente reunida alrededor del ciprés, frente a la vieja parroquia, hermanados en sus deseos, que aunque nadie dijo las palabras adecuadas, sintió igualmente el deseo de satisfacer a todos los que ahí estaban. Y lo hizo.

Desde entonces cada Nochebuena en aquella parroquia, alrededor de ese árbol tan especial, algunos milagros ocurrían, posiblemente en honor o quizá (¿por qué no?) por influencia del cura párroco.

Nosotros no sabemos cuál es el pueblo donde está la parroquia. Nunca conocimos al bondadoso anciano y mucho menos sabemos cuáles eran sus mágicas palabras... Nosotros ni siquiera sabemos cómo armar nuestro árbol de la manera en que él lo hacía... Sin embargo, hay dos cosas que sí sabemos: esta historia, y que se acerca la Navidad. Y dicen que a Dios le gusta tanto esta leyenda que basta que alguien la cuente y que alguien la escuche para que Él, complacido, satisfaga cualquier necesidad, alivie cualquier dolor y conceda cualquier deseo a todos los que todavía, aunque sea un poco, creen en la magia de la Navidad.

(Adaptación de un cuento Jasídico realizada por J. Bucay)




Etinarcadia y yo tampoco conocemos las palabras que pronunciaba el viejo y bondadoso sacerdote, ni la manera en que armaba el árbol. Pero sí creemos en la fuerza de los sentimientos, por eso hemos traído este árbol a calle Quimera. Iremos poquito a poco y con cuidado desembarazando sus ramas de la nieve, mientras todos aquellos que queráis os vais acercando: los que tengáis un deseo insatisfecho, una herida en el alma o la imperiosa necesidad de algo importante que no habéis conseguido lograr. Y también los que no tengáis nada más que pedirle a la vida porque ella fue generosa con vosotros. Podéis traer velas, y también vuestros temores, alegrías, penas, anhelos... Entre todos adornaremos el árbol con ellos; iremos colgando cada uno de los que traigáis en las ramas, y las llenaremos de luces.

Puede que no sean necesarias palabras especiales, puede que la magia esté precisamente en que un grupo de personas se hermane en sus deseos y temores. En que por un rato, reunidos alrededor del árbol, sientan juntos. Puede que ni siquiera se necesite árbol, ni que sea navidad, que solo haga falta percibir el calor sincero de los otros. Puede que solo el hecho de compartir en silencio lo que alienta en lo más profundo del alma de quien tenemos al lado consiga el milagro de satisfacer deseos, de curar heridas, de sentirnos mejor. Y puede que Dios o quien sea contemple eso complacido. Al fin y al cabo, estamos en la calle de las quimeras... Pero Etinarcadia y yo tenemos fe en que a veces, cuando se desean con mucha fuerza, las quimeras se convierten en realidades.

Hay dos personas en especial que nos gustaría que se situasen uno al lado de otro. Y no porque sea navidad, sino porque siempre fueron buenos compañeros, y las personas debieran estar por encima de las palabras y de las opiniones.

Felices fiestas a cuantos transitáis por esta y las otras calles de la vida, y todo nuestro cariño.

ETINARCADIA Y AVALON

lunes, 17 de diciembre de 2007

YO, LA SOLA




Me siento frente a la mesa,
ante una botella casi llena de hastío
y un inacabable vaso de costumbre,
y bebo largamente.
Bebo, bebo...

De nuevo estoy ante la misma maldita botella,
que creí haber encerrado para siempre
en el fondo de la alacena,
ahora brindando amargamente por tu ausencia.
Yo, la sola...

Desde que te fuiste,
como las aguas de un río huyen de sí mismas
así mis horas escapan de un reloj
que ya solo marca viejas horas muertas,
fundidas en sepia con tus recuerdos.
Ahora el mundo está construido
solo con ladrillos de papel,
y de nuevo faltan los cimientos.
Ahí fuera los perros de la noche ladran a la luna,
una luna insomne que esmalta en sangre las sombras,
apagando estrellas, alumbrando sobre el esqueleto de lo que fuimos.
Mientras, yo bebo de la misma botella casi llena de hastío,
en el mismo vaso largo de costumbre.
Yo, la sola...




AVALON

jueves, 13 de diciembre de 2007

LA PUERTA VERDE


La puerta verde está abierta.
Sueña conmigo, solo es sexo.
¿Solo?
Esa puerta misteriosa y doliente
nos abre a la verdad que no queremos mirar,
con el miedo serpenteándonos las venas.
Desnudez con desnudez...
Follar por follar está bien. La piel es piel.
Pero el corazón no entiende de humedades,
solo de Amor, y hoy no tocan fluidos.
Deja que sea mi silencio quien le hable,
que mis latidos se hagan palabras,
caricias insaciables mi mirada,
hasta derramarme en agua tierna,
y tal vez eyacule de sinrazón y hastío.
Y tu Alma ahora penetrada me entiende mejor,
aunque nunca lo hará del todo.
Pero... ¿sabes? Olvidémonos del mundo,
bebamos. Y... follemos.
Un abrazo, un beso y un vómito del corazón.
ETINARCADIA

domingo, 9 de diciembre de 2007

HORIZONTE ELÉCTRICO

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Golpe a golpe, verso a verso...

Antonio Machado



HORIZONTE ELÉCTRICO

Ya lo ves
lo he vuelto a hacer,
me he puesto en marcha,
he dicho: "Nunca pienso volver".


Me despedí
con un vistazo más,
no añoraré
lo que he dejado atrás.


Ya desgasté
esta ciudad,
mis pies me piden
nuevas calles que andar.

A este lugar
no me agarré, y
mejor me irá
en donde valga mi ley


Tendré que moverme más rápido,
el horizonte brilla eléctrico.
Y seguir...
El futuro está allí.

La humedad
y el neón
transforman viejos
fantasmas en sólidos.

Mi corazón
no aguanta más sietes,
mejor me voy,
no sea que empiece.

Historias de incierto final
antes ya me fui,
no me ha ido mal.

Tendré que moverme más rápido,
el horizonte brilla eléctrico.
Y seguir...
Mi futuro está allí.

Escribiré
o tal vez no,
no sé lo que hay,
no sé si es mejor.

Asfalto y luz,
ruedas y bares,
si nada me detiene
no esperes que pare.

Sube la música más,
¿o quieres oír
las culpas que arrastras...?

Tendré que moverme más rápido,
el horizonte brilla eléctrico.
Y seguir...
El futuro está allí.

DELTONOS


No, no hay caminos, cada uno abre el suyo paso a paso, golpe a golpe. Y casi nunca es fácil. Menos aún cuando tras larga andadura adviertes que no era ese que llevas recorrido el camino que pretendías trazar cuando lo iniciaste. Y un día te detienes, confuso, mirando a tu alrededor y percatándote de que los paisajes que contemplas no eran los que habías previsto. ¿Y ahora qué? Miras al frente y solo ves horizontes desdibujados, inciertos, densas brumas que todo lo oscurecen, hojarasca bajo tus pies que cubren el sendero, ocultándolo y llenándote de perplejidad porque ahora no sabes por dónde han de pisar tus plantas. Desasosiego, aturdimiento, desconcierto...

Escucha al poeta... "no hay camino, se hace camino al andar". Quizás nunca te diste cuenta, porque el sol te deslumbró y dibujó espejismos ante ti, pero no existen veredas hechas, ni trazados en línea recta. Por delante solo hay terreno que desbrozar y allanar pisada a pisada, a veces dando rodeos por donde no pensábamos pasar. Siempre es así.

Y cuando lo descubres de nada sirve quedarse sentado en una piedra del camino presa de la indecisión. El camino andado quedó atrás. Erróneo o correcto, pero quedó atrás, lo bueno y lo malo. Ante ti se extiende un horizonte que brilla eléctrico si sabes verlo, y debes ir en su busca, ponerte en marcha y andar. No hace falta subir el volumen de la música para no oír las culpas, estas quedaron en el trecho recorrido que ya no se ha de volver a pisar. Ante ti se despliega ahora un terreno virgen en el que tus plantas hollarán paso a paso una senda siempre nueva que tú decides cómo caminar: si con paso firme a pesar de las dificultades del camino o arrastrando los pies.

Caminante, ¿cómo quieres trazar esa senda...? Si admites una sugerencia, hazle caso al poeta: hazlo verso a verso.



domingo, 2 de diciembre de 2007

ESCOCIA


Mi paraíso particular es Escocia. No solo es un país para ver, sino sobre todo para sentir. Es el lugar más bello del universo, al menos para mí. Me siento de aquella tierra, es como si ya hubiera nacido antes allí, como si existiera un cordón umbilical que nos une. La fascinación que siento por ella no se debe sólo a la belleza de sus paisajes, al encanto de sus pueblos... No, es algo mucho más profundo, es como si yo perteneciera a aquella tierra, como si ella me perteneciera a mí, como si sólo allí pudiera encontrar la paz.

Si no fuera por ese clima húmedo y lluvioso, por la ausencia de un sol que necesito como el aire que respiro, me iría a vivir a la región de los lagos, lagos enormes, profundos, de aguas plácidas, serenas, rodeados en su mayoría por promontorios y montañas parcialmente tapizadas de hierba verde, a veces parduzca, montañas altas, abruptas, en ocasiones casi amenazadoras, antiguas como el mundo. Son paisajes desolados, huérfanos casi de cualquier otra vegetación, pero de una belleza sobrecogedora, dramática, primitiva, enmarcados por un cielo de un azul purísimo...

Muchos de esos promontorios están coronados por castillos en ruinas, a veces apenas una torre que se yergue solitaria y asustada, pero orgullosa, y que añaden romanticismo y melancolía al paisaje. Cuando te sientas a contemplar aquello sobre la hierba tierna y fresca, abrazadas las rodillas, te sientes tan pequeño, tan insignificante frente a tanta perfección, tanta hermosura... Te das cuenta de que los problemas son triviales, de que nos desangramos anímicamente en batallas que muchas veces son absurdas, que damos importancia a lo que no la tiene, o no tiene tanta. Querrías permanecer allí para siempre, hasta el fin de tus días, fundido con ese entorno, alimentándote sólo de aquella paz, de la eternidad que rezuman esas montañas, esas aguas, siendo uno con esa naturaleza primigenia, eterna, salvaje... Eternamente estatua.

¿Me quieres acompañar durante unos minutos allí?


Cierra los ojos, pero ciérralos bien, ¿eh?, y dame la mano, te voy a llevar a mi lugar favorito: la isla de Mull. Ya estamos... Frente a nosotros, una inmensa explanada. Detrás tenemos un castillo grande, enorme, sólido, muy bien conservado, que parece estar ahí, como las montañas, desde el principio de los tiempos. ¿Oyes el silencio? ¿Sientes el aire, que, sin muros que lo coarten, parece cantar en tus oídos, o más bien silbar, una canción casi inaudible ? ¿Lo notas en la piel...? Muy cerquita tenemos el mar. Vamos a acercarnos. Ten cuidado con el terreno, que está un poco pedregoso. Ven, sentémonos aquí.... No, no abras los ojos, solo siente y huele ese mar tranquilo y sereno que se extiende ante nosotros; es muy azul, y está rodeado de pequeñas montañas que emergen desde su fondo y, cual útero materno, lo acogen y protegen amorosamente entre ellas. Esos grititos que oyes son las gaviotas, que planean sobre el agua probablemente en busca de peces que le sirvan de alimento.

¿Escuchas el dulce sonido de esas gaitas...? Es que, junto al muelle, hay unas niñas que bailan danzas típicas de su tierra para conseguir unas monedas que los turistas, prendados de la ingenuidad y la gracia de sus figuritas infantiles ataviadas con los trajes típicos, depositan junto al cubo de plástico que hay al lado de un radio cassette . Él es el que nos trae, columpiándose en el aire, la bellísima y melancólica melodía que escuchas.

¿Sientes ese aire cargado no solo de sonidos, sino de olor a salitre, a conchas...? El sol de la tarde, que ya notas tibio sobre la piel, derrama áureas chispitas que titilan sobre la superficie del mar, dorando y dulcificando su color aún más. Ese olor que notas, un poco disonante en este contexto, proviene de un puestecillo donde venden salmón ahumado. Es exquisito, el mejor que he probado nunca. Si quieres luego compramos un poco y nos lo vamos tomando mientras damos un paseo por el muelle.



¿Verdad que la hierba que nos acoge es una delicia? No abras los ojos aún; pon la manos sobre ella y siéntela verde; oye la olas del mar morir despacito en la orilla, óyelas azules; huele las florecillas que tapizan la explanada, huélelas rojas, amarillas, moradas... Vamos, aspira con fuerza el aire embriagado de perfume de sal, de algas, de flores, deja inundar tu cuerpo por la suavidad y melancolía de las notas que derraman dulcemente las gaitas, ofrece tu piel a la brisa fresca pero cálida de la tarde, que viene acunada por el sol y por el mar, deja que los últimos rayos hormigueen por ella. Cierra más fuertemente aún los ojos, aspira lo más hondo que puedas y siente. Siente... Palpita con cuanto nos rodea... ¿Lo notas? ¿Verdad que no hay más que paz y serenidad a tu alrededor, que ha desaparecido todo cuanto pueda angustiar?

La tarde cae ya mansamente, y las aguas se tornan casi de un color esmeralda. Abre ya esos ojos, y no te importe que el mar palidezca de envidia ante ellos. Vamos a por el salmón, verás cómo te gusta. Nos lo darán en un cartuchito de papel, y nos lo iremos tomando tranquilamente mientras paseamos por el muelle, mirando danzar a esas niñas pecosas al son de la música, dejando que el murmullo de las olas, abrazado al de las gaitas, acaricie nuestros oídos , concediendo al sol ser el amante de nuestra piel durante esta tarde.



AVALON Y ETINARCADIA